jueves, diciembre 12, 2024
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Tres pastillas de Azitromicina

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Los venezolanos morimos de mengua, de hambre, de enfermedad y a manos del hampa desbordada y no existe Gobierno que dé la cara con responsabilidad. Se desató el caos y pareciera no haber ni calidad humana, ni voluntad de rectificación política por parte de nadie en el Alto Gobierno

Es difícil sentarse a escribir sin olvidar la terrible situación que vivimos los venezolanos. Con los recientes anuncios presidenciales, el escenario que se abre ante nuestros ojos, es de más atraso y de mayor miseria; el hambre se residenció en los hogares venezolanos, y la destrucción del país es cada vez más profunda; y parece que a nadie del Alto Gobierno le interesa el destino de más de 30 millones de venezolanos. ¿Cómo hace un padre de familia para alimentar a sus hijos?, es una pregunta que los que administran el poder en Venezuela deberían responder.

El pasado miércoles el Presidente de la República anunció con bombos y platillos un aumento más del salario mínimo “integral”, que se establece en 5.196.000,00 bolívares, para tapar la gigantesca devaluación de nuestro signo monetario. Sí tomamos como referencia que la cesta básica ronda los 220 millones de bolívares, hace falta un ingreso mensual equivalente a 42,34 salarios mínimos, para acceder a la canasta, o lo que es lo mismo, 7.333.333,33 bolívares diarios para cubrir las necesidades básicas de una familia promedio. 

Todas las explicaciones que dan desde el Gobierno, están enfocadas a pretender tapar el fracaso rojo, con achaques de una supuesta guerra económica, con ataques de la derecha venezolana, bloqueo imperial entre otros slogan de “inocencia” revolucionaria.  

Cómo hace un adulto mayor con una pensión de unos tres millones de bolívares para sobrevivir, si cualquier medicamento para la hipertensión cuesta seis millones de bolívares? ¿Qué comen con esa pensión? ¿Cómo pagan los servicios; más pasajes, etc.? ¿Dónde quedó el humanismo del cual hablaba este Gobierno?

Es tan grande la desconexión con la realidad, la sordera y la indolencia, que parecieran estar dispuestos a sacrificar a 30 millones de ciudadanos, con el único propósito de mantenerse disfrutando un grupo las mieles del poder.

La irracionalidad, la corrupción, los egos, el hambre de poder y el populismo desenfrenado nos han traído hasta este punto. Los venezolanos morimos de mengua, de hambre, de enfermedad y a manos del hampa desbordada y no existe Gobierno que dé la cara con responsabilidad.

Se desató el caos y pareciera no haber ni calidad humana, ni voluntad de rectificación política por parte de nadie en el Alto Gobierno. Por lo pronto señor Presidente, el salario mínimo “integral” del venezolano, aún después de su último aumento salarial, no alcanza para comprar tres pastillas de Azitromicina.

 

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