Trump considera a China un parásito

La asimetría radica en que mientras los chinos pagan un arancel del 6.5 % del valor de la carga, más impuestos “adicionales” enviada a EEUU, los productores de EEUU que envían sus productos a China deben pagar el 25% del valor de la carga más innumerables impuestos adicionales

No es de extrañar que China después de la Revolución de Xinhai, que acabó con la dinastía imperial Qing -el dominio de ésta duró hasta que su poder fue derrocado, y se instauró la República de China (1912) tras más de cuatro mil años de monarquía- con su garra de dragón, someta a pueblos propios y extranjeros como lo está haciendo en África, Asia y parte de América, ya no con el poder de las armas, sino con el poder económico basado en un mercantilismo grosero, asimétrico y usurero. Este espíritu monárquico imperialista no lo percibe gran parte de la población mundial. No obstante, los conocedores de política y economía principalmente los progresistas, en contraposición de los populistas, sí. 

Para este neo-imperialismo hay una versión en el realismo histórico de Gabriel García Márquez (Gabo), donde explica la trampa que le hacían los gitanos a los habitantes de Macondo, basada en la ignorancia de estos últimos, al trocarles un inmenso bloque de hielo (como diamante) por pescaditos de oro, que era su ocupación artesanal y productiva. En otras palabras, su sustento. 

Eso hace China con países de los continentes antes mencionados, trocarles -bajo financiamientos usureros y convenios dizque cooperativo- línea blanca y productos elaborados desechables más tecnología deficiente, por minerales, petróleo etc., donde la asimetría del embudo inclina hacia China. “Algunas marcas de autos fueron prohibidos en Australia por profilaxis ambiental”.  

Lo absurdo de este cuento es que EEUU ante la apertura comercial de China en el S. XXI incluyendo la industria del petróleo (Tíbet 2006), haya caído en la trampa donde productores de diferentes rubros de consumo masivo e industrial, aupados por gobiernos anteriores a Trump, hayan llevado sus factorías al predio amarillo. La asimetría radica en que mientras los chinos pagan un arancel del 6.5 % del valor de la carga, más impuestos “adicionales” enviada a EEUU, los productores de EEUU que envían sus productos a China deben pagar el 25% del valor de la carga más innumerables impuestos adicionales, lo cual hace insostenible el proceso productivo, trayendo como consecuencia tanto un déficit fiscal creciente como un deterioro del salario del trabajador y sus poder adquisitivo. Trump, comerciante innato –no lo ha dicho- le insinúa con sus decisiones recientes, que China es un parasito. 

 

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