sábado, enero 18, 2025
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Un diálogo más eficaz

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Creemos en el diálogo que propone Ikeda, que parece más eficaz, como una “conexión abierta y respetuosa entre las personas que resulta más útil si ambas partes liberan sus enfoques de lo ilusorio

El diálogo es el arma más potente con que cuenta el arsenal del “gradualismo”. DaisakuIkeda

Según esa concepción del diálogo del doctor DaisakuIkeda, presidente de la SokaGakkai International, organización budista japonesa que tiene como objetivo “contribuir con el logro de la paz mundial y el bienestar de la sociedad mediante la promoción de la cultura y de la educación” y  a quien tuve el gusto de conocer y conversar con él en ocasión de entregarle el Doctorado Honoris Causa otorgado por la Facultad de Humanidades y Educación de LUZ, “el diálogo es un combate verbal donde no cabe la retirada, y, sólo puede establecerse con los recursos de una energía espiritual y de una fortaleza mucho mayores y más profundas que las de los que recurren fácilmente a la violencia”.

De modo que sentarse en una mesa de diálogo requiere echar a un lado la predisposición negadora de los propósitos y convicciones que animan al adversario y tener una actitud abierta que posibilite también avanzar en el logro de propósitos propios. Sólo la voluntad y las  acciones de los hombres pueden construir las soluciones y abrir las posibilidades de un horizonte nuevo. Al renunciar al diálogo, como dice Ikeda, caemos en la bestialidad que en nombre de la ideología o del dogma se ha volcado sobre la humanidad con brutal fuerza y violencia.

En nuestro caso, la mesa de diálogo se constituyó, del lado del gobierno, con los representantes más duros del régimen, con un espíritu intransigente que no admite realidades ni cambios en un modelo que se quiere implementar forzosamente en contra de la voluntad de más del 80 % de la población. Con esa actitud olvidan el problema central: que no podrá haber paz donde reine el hambre y la injusticia, y que por tanto, hay que cambiar de rumbo si se quiere construir juntos una economía más productiva y una sociedad más humanitaria donde todos podamos intervenir en el acto de crear valores duraderos.

No se pueden emprender acciones destinadas a asegurar la supervivencia de la humanidad, que es uno de los objetivos del Plan de la Patria, mientras las ideas se mantengan dentro de los estrechos límites de una nación  y los restringidos movimientos que permite una camisa de fuerza a la población. Creemos en el diálogo que propone Ikeda, que parece más eficaz, como una “conexión abierta y respetuosa entre las personas que resulta más útil si ambas partes liberan sus enfoques de lo ilusorio. De no hacerlo así, la base del camino del diálogo carecerá de estabilidad”.

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