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Se dice que la política es el arte de la espera y la ciencia de la oportunidad, es cierto. Asimismo, hay tres axiomas que determinan el éxito o fracaso político; conocer al enemigo, el momento y el manejo de la pertinencia… el correcto manejo de estas herramientas conlleva al éxito, con menos lamentaciones.
Lo que ocurre con el TSJ, al inhabilitar a la AN en todos sus actos, invadiendo su reglamento interior, su autonomía, allanando la inmunidad parlamentaria de tres diputados electos con proclamación CNE en mano, con argumentaciones políticas más que jurídicas, es una inconstitucionalidad conocida por propios y extraños, ello le está generando una alta factura internacional al Gobierno, Mercosur y la OEA, son una pequeña muestra, al Gobierno solo lo apoyan un remanente de países satélites al boom petrolero.
¿Debió la directiva de la AN juramentar los tres diputados de Amazonas? Tras la arbitraria sentencia del TSJ, en período de receso tribunalicio decembrino, le sucedió otro exabrupto más, la violación de los lapsos estipulados para pronunciarse, lo que ha dejado por primera vez en nuestra historia republicana a toda una entidad federal siete meses sin representación en el Parlamento nacional no era lo pertinente… explicamos por qué.
La oposición debe asumir estratégicamente la coyuntura reinante, la “realpolitik”, como lo hiciera en el 6-D, que demostró paciente e inteligentemente que es capaz de ganar en el terreno que el mismo Gobierno impone, incluso, con la partidización de la institucionalidad, al respecto: con esta incorporación parlamentaria los cambios estructurales pueden tomar más tiempo, no olvidemos este año vence el período de dos rectoras del máximo ente comicial, proceso que debe ser llevado a cabo por la AN.
Ahora, con la incorporación de los tres diputados de Amazonas, el Gobierno vía TSJ estudia la posibilidad de inhabilitar al Parlamento nacional por supuesto desacato a una sentencia de la máxima autoridad legal, por lo que, imaginamos, que este proceso de elección de rectores, será autoconferido al propio TSJ o al Poder Moral, como se sabe, compuesto por “exfiguras” del partido de Gobierno, se va a desperdiciar una posibilidad de reinstitucionalizar la nación por una decisión que no ponderó correctamente al enemigo, no evaluó el momento, lo que propició, a nuestro entender, una decisión nada pertinaz, al contrario, sumamente contraproducente. Al parecer, el camino no es la Constitución, ni los esfuerzos de la oposición para la reinstitucionalización… sino la paciencia del pueblo ¡hasta que esta se agote!