El venezolano Miguel Cabrera bateó para .270 de average, con cuatro jonrones y 12 empujadas en 23 juegos en el primer mes de la temporada, pero con el arranque de mayo prendió los motores de su ofensiva
Nunca abril había sido tan "malo" para Miguel Cabrera como lo fue el de esta temporada. Se califica "malo", con comillas, no precisamente porque sean números mediocres, sino porque están muy por debajo de los que habitualmente registra el inicialista de los Tigres de Detroit.
El venezolano bateó para .270 de average, con cuatro jonrones y 12 empujadas en 23 juegos en el primer mes de la temporada, pero con el arranque de mayo prendió los motores de su ofensiva. Desde el primer día de esta treintena, sin contar el juego de ayer, liga para .358 y suma -casualmente- un cuarteto de cuadrangulares y una docena de remolcadas. Con tres hits el viernes, su promedio subió a .300 por primera vez en el año.
"Él está empezando a lucir realmente como 'Miggy'", dijo el mánager de los bengalíes, Brad Ausmus, a MLB.com. El piloto de los Rays, rivales del viernes, también alabó lo hecho por Cabrera, cuyos dos de tres incogibles resultaron vuelacercas. "Jugué contra él, fui coach contra él... Este muchacho es increíble".
Por el aire
Hay una razón especial por la que el maracayero retomó su tórrido bateo: está levantando más la bola y eso conlleva a que caiga, con más regularidad, en territorio de nadie. Dos estadísticas apoyan ese argumento, el ángulo de sus conexiones y el promedio en bolas puestas en juego (Babip, por sus siglas en inglés).
La primera de ellas, conocida en inglés como launch angle, dio un salto de 7.98 grados el 21 de abril hasta el 9.90 que aparecía ayer. Se dice que el "punto dulce" para elevar más la pelota y que, como consecuencia, se consigan más extrabases, es entre 10 y 30 grados.
La segunda, el Babip, se incrementó del .294 que exhibió en abril al .370 de mayo sin existir una variación drástica en la velocidad de sus batazos, que pasaron de recorrer 215.30 pies a 224.93. Producto de eso, "Miggy" mantiene una cadena de seis encuentros con al menos un inatrapable y va, al parecer, rumbo a otro título de bateo.