Según
“Ni un paso atrás”. Esta fue la consigna adoptada por el pueblo venezolano, en especial el caraqueño, el 11 de abril del año 2002, cuando se rebeló cívica, democrática y pacíficamente contra un Gobierno que había empezado a desconocer las normas y los valores de la democracia. La jornada, a la que se sumaron empresarios y trabajadores, resultó exitosa cien por ciento, a pesar de los bien entrenados francotiradores que emboscaron la majestuosa manifestación humana, cuyo único objetivo era pedirle al Presidente de la República que rectificara o renunciara. Según lo que se sabe hasta hoy, el mandatario, dada la masacre que cubrió de sangre las calles de “El Silencio”, presentó su renuncia, “la cual aceptó”.
Eran otros días aquellos. Todavía, para entonces, la mayoría de los venezolanos eran conscientes de lo que significa un sistema democrático; sobre todo para el ejercicio sindical libre de los trabajadores en general, pero en particular para los trabajadores del sector público, quienes apenas empezaron a disfrutar de prestaciones sociales y otros privilegios, en el decenio de los años 70, gracias a los gobiernos democráticos. Por esto los trabajadores se la jugaron completa el 11 de abril de 2002. Lamentablemente, la ausencia de una clase política contundente en la calle, hizo que un grupo de “vivos y oportunistas” intentara recoger los frutos de tan trascendental evento.
Hoy estamos a punto de hacer todo lo contrario; es decir, según la información que manejo, se avecina un nefasto momento para la clase trabajadora, si se aceptan sin pelear, las maniobras antiobreros del Gobierno, para arrebatarle reivindicaciones económicas a obreros, educadores y otros profesionales. Se trata de un truco con el que se pretende aplicar retroactivamente una decisión presidencial que data apenas de un mes y algo más, con respecto a la fecha de hoy. Se dice que la Gobernación del estado Zulia torcerá la norma constitucional, tal como se sospecha. Si los sindicatos avalan, por acción u omisión, una perversidad de tal magnitud, el 50 por ciento de aumento decretado por Nicolás Maduro, se reducirá al nada por ciento. Y quienes apoyen o callen de brazos cruzados, serán cómplices de semejante burla; mejor dicho, del más escandaloso crimen contra la clase laboral.