Un pueblo sufrido

 

Estas son y serán las navidades más tristes que nos ha tocado vivir a los venezolanos. Unas navidades de bolsillos, neveras y calles vacías, sin estrenos ni regalos para nuestros hijos, navidades de mesas tristes y platos vacíos, mientras escuchamos el clamor de un pueblo que sufre 

Hoy a pocos días de terminar el año 2017, los venezolanos vivimos las navidades más tristes de nuestra historia. Los problemas nos agobian sin que nadie desde el Gobierno central, que festeja el triunfo de gobernaciones y alcaldías, ANC y el control absoluto de todos los poderes, de respuesta a los innumerables problemas de un pueblo sufrido por los desaciertos del socialismo venezolano. 

Cada vez es más aguda la crisis en nuestra Venezuela. El hambre, la enfermedad y la inseguridad están minando asombrosamente a nuestra población y la diáspora de quienes huyen de esta calamitosa situación por intentar buscar un futuro más allá de nuestras fronteras.

Resulta paradójico que en un país petrolero, con la mayor reserva natural de petróleo del mundo y que subsiste prácticamente de la renta petrolera se haya llevado a la quiebra a PDVSA, la que fuera la tercera empresa más importante del mundo en su clase.

Este es el tiempo de la escasez. Escasez de alimentos, de medicinas, de artículos de higiene personal; de repuestos, de combustible y gas, escasez de luz y de agua potable, escasez de efectivo. Escasez de vergüenza por parte de quienes rigen el destino de los venezolanos que al parecer no les importa el sufrimiento de un pueblo; lo único importante es mantenerse en el poder. 

Qué triste que una casta política, use como elementos de sumisión para mantener la supervivencia política de un modelo fracasado, caduco, de un gobierno que se muestra ciego y sordo, además de incapaz e ineficiente a la hora de darle bienestar a su pueblo, que en sí, es su única y sagrada misión. 

Estas son y serán las navidades más tristes que nos ha tocado vivir a los venezolanos. Unas navidades de bolsillos, neveras y calles vacías, sin estrenos, ni regalos para nuestros hijos, navidades de mesas tristes y platos vacíos, mientras escuchamos el clamor de un pueblo que sufre y que ya entró en niveles de desespero; mientras la clase gobernante, vive de las mieles del poder.

Como ciudadano venezolano,  siento que el pueblo está desamparado, sin gobierno que le solucione sus problemas. Mi responsabilidad pública me obliga a seguir en pie de lucha  por el cambio democrático que Venezuela pide a gritos.

Mantengamos nuestra fe y nuestra esperanza viva que a fin de cuentas aunadas a nuestra inquebrantable voluntad de trabajo y superación son el único capital con el cual contamos, y que no nos podrán robar jamás. 

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