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El presidente Maduro anunció que presentará a la nueva Asamblea Nacional el proyecto de decreto para afrontar la emergencia económica. Deducimos que el Gobierno y el ala radicalizada del PSUV, estuvieran confrontando posiciones: La de Maduro, dirigida a buscar entendimiento con el poder Legislativo surgido de la expresión mayoritaria y contundente del electorado, que envió un mensaje de cambio y para el cual no es admisible más distorsiones y dilaciones.
El pueblo con su expresión electoral le dijo a Maduro y a su gobierno, que quiere un cambio radical de la situación económica, política y social del país y que no está dispuesto a continuar presenciando en forma indiferente, sin impulsar las medidas o acciones constitucionales, que sean necesarias para que el Gobierno adopte nuevas políticas para superar la crisis. Maduro sabe que esa acción está a la espera y que el pueblo reaccionará ante los actos de saboteo que vayan dirigidos a negar esos cambios, a los que se oponen el grupo de sobrevivientes políticos dirigidos por Diosdado Cabello, quien estaría enfrentado a Maduro.
Ante la inevitable realidad de que tiene la pelea perdida en la calle y sin respaldo popular, a Maduro no le queda otro camino que tender un puente que le facilite iniciar un proceso de acercamiento y diálogo, con la mayoría opositora que controla y dirige legal y constitucionalmente la Asamblea Nacional, considerando como vía propicia la presentación del proyecto anunciado por ser esta la única de que dispone, y que le permitiría distender las radicalizadas posiciones asumidas por la bancada oficialista y la utilización del TSJ como instrumento de presión.
Es a Maduro a quien corresponde impulsar el proceso de diálogo, y con ello logrará ganar tiempo, oxigenarse y acorralar a los opositores que tiene dentro de su partido. Maduro necesita transitar los nuevos senderos con pies de plomo y ojos de tijeretas, por ser precisamente este primer semestre del año 16, el tiempo en que su Gobierno entra en fase de revocatorio. Si ignora la realidad que tiene ante sí, entonces su tiempo de permanecer en el Gobierno habrá llegado a su final. Un revocatorio en su contra sería una derrota aplastante.