Un régimen absolutamente inaceptable

 

La grave crisis de Venezuela es el resultado de la aplicación durante 20 años de una orientación política, económica, social y ética, de inspiración marxista, totalmente desvinculada de nuestra tradición histórica, con una cosmovisión del hombre y de la sociedad totalmente diferente a la occidental

Cuando un régimen político, que ha llevado a la ruina a un país, al pretender implantar de manera ilegítima un sistema denominado Socialismo del siglo XXI, se niega de manera irracional a permitir la entrada de ayuda humanitaria a un pueblo en niveles de pobreza crítica nunca vistos, alegando razones de naturaleza política y militar superficiales, es necesario reflexionar sobre su naturaleza y razón de ser. 

La grave crisis de Venezuela es el resultado de la aplicación durante 20 años de una orientación política, económica, social y ética, de inspiración marxista, totalmente desvinculada de nuestra tradición histórica, con una cosmovisión del hombre y de la sociedad totalmente diferente a la occidental. Se nos ha querido imponer una visión totalizadora de la historia, centrada en la filosofía materialista. Para el régimen la sociedad es lo importante, mientras que la persona está supeditada a ella. 

Creen que la historia de todas las sociedades es simplemente la historia de la lucha de clases. Propenden al estatismo, a la centralización, al Estado totalitario y al Partido Único. Sustituyen la visión de la persona por una visión colectivista, casi mesiánica, en medio de una injusticia institucionalizada. El sistema que se pretende implantar en Venezuela, con tales desaciertos, es contrario a los valores sociales inherentes a la dignidad de la persona humana: la verdad, la libertad, la justicia y el amor. 

En un régimen con tal orientación, la auténtica democracia desaparece, pues esta solo es posible en un Estado de derecho y sobre la recta concepción de la persona humana. Además, una democracia sin valores, se convierte con facilidad en un totalitarismo visible o encubierto, como lo demuestra la historia, y en este caso la de Venezuela. Pero el pueblo venezolano es contrario a esta orientación marxista. Desea vivir en democracia, en un Estado de derecho, con participación real de todos, en un clima de justicia y libertad. 

Por eso rechaza como absolutamente inaceptable un Estado socialista, que es también moralmente inaceptable, pues ofende la dignidad de cada persona, creada a imagen y semejanza de Dios y desconoce la soberanía popular, vulnerando al bien común, la institucionalidad democrática y los derechos de los venezolanos. Solo un régimen de tal naturaleza puede impedir que la solidaridad internacional ayude a tantos venezolanos en situación crítica, pues poco le importa la dignidad de la persona humana, el bien común o la justicia social. Por ello, este régimen no tiene razón de ser en Venezuela ni en ninguna parte del mundo, pues simplemente es un régimen absolutamente inaceptable, que entre nosotros tiene ya sus días contados. 

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