Los venezolanos se vieron reflejados en ese pueblo centroamericano que salió con fuerza y sin miedo a reclamarle al tirano sus desmanes y a exigir el fin del absolutismo de los Ortega. Esa misma indignación y hastío movió al pueblo de Venezuela durante las protestas de 2017
La farsa prevista por Nicolás Maduro para el próximo 20M en Venezuela es una reedición del fraude cometido por Daniel Ortega en Nicaragua el 6 de noviembre de 2016, ambos son y serán procesos donde la gente vota pero no elige.
Pero Venezuela y Nicaragua, no solo se asemejan por la obsesión insana de supremacía de sus dictadores, sino también por la sed de cambio y por el hartazgo expresado por los venezolanos y nicaragüenses en las calles. Los venezolanos se vieron reflejados en ese pueblo centroamericano que salió con fuerza y sin miedo a reclamarle al tirano sus desmanes y a exigir el fin del absolutismo de los Ortega. Esa misma indignación y hastío movió al pueblo de Venezuela durante las protestas de 2017. Y ante el reclamo de los ciudadanos en la calle, la reacción de ambos dictadores, el venezolano y el nicaragüense, ha sido similar.
Ambos han recurrido a las mismas fórmulas, persiguieron a la dirigencia opositora, anularon a los partidos opositores, acabaron con la autonomía de los poderes, han usado a sus esbirros uniformados para sembrar el terror y el miedo en la población, se han enriquecido a expensas de un pueblo que sufre de inanición, han manejado a su antojo los poderes judicial y electoral. Pero también estos dos personajes coinciden en sus miedos, ambos han demostrado cobardía ante la presión internacional y un pueblo firme en la calle.
Y es que Venezuela y Nicaragua cuentan con ambos factores de apoyo. Sin embargo, en el caso venezolano, se hace necesario y urgente, ir más allá, hay que reaccionar. Retomar la calle y por la vía de la presión popular frenar la estafa que pretenden cometer en menos de un mes.
Ante todo este oscuro escenario, urge aumentar además la presión internacional, con mayores y más efectivas acciones. Por ello pedimos a las naciones demócratas y a los organismos multilaterales a que no bajen la guardia y ejecuten a la brevedad las sanciones en contra de todos los funcionarios corruptos y violadores de derechos humanos del régimen venezolano, uno a uno lograremos acorralar al dictador.
Un dictador que por la obsesión y la ambición de perpetuarse se niega a aceptar ayuda humanitaria para un pueblo desnutrido y enfermo, no merece seguir en el poder. A mis hermanos venezolanos no perdamos la esperanza, debemos seguir luchando sin desfallecer. Tomen como cierta y seria nuestra afirmación cuando le decimos que el final del régimen está cerca, así que ¡Fuerza y Fe! Venezuela.