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La violencia pretende imponer u obtener algo por la fuerza. Nos impacta el desangramiento y las palizas brutales por la intolerancia; la ejercida por el gobierno contra la AN y demás instituciones del Estado; el desabastecimiento de alimentos y otros productos, la falta de fármacos o el abandono de los hospitales. Mención aparte merece la violencia generada contra la universidad autónoma, la violación de su autonomía negándole un presupuesto digno para el funcionamiento y el mejoramiento académico, especialmente para las actividades de investigación.
Miramos horrorizados esos hechos pero, insensibilizados, seguimos adelante dándole la espalda a una realidad que necesitamos enfrentar como sociedad. El sociólogo noruego Johan Galtung, clasifica la violencia en tres tipos: la cultural, la estructural y la directa. La primera se manifiesta a través del arte, la ciencia o la religión. La estructural, es la que se origina mediante diversos sistemas, como consecuencia de no poder ver satisfechas las necesidades que se tienen. La directa, es la que se ejerce de manera física o verbal contra las personas, el ambiente o contra los bienes de la sociedad.
La violencia directa, bajo el perfil sexual, en muchos casos pasa por debajo de la mesa silenciada por la vergüenza; pero más allá de la agresión física hay una especialmente depredadora, la emocional, que resulta de las amenazas y ofensas, como la que ejerce el presidente de la República y líderes del oficialismo. Una procacidad seguida de ovaciones, que no tiene medida en cuanto al daño psicológico que podría infringir a quienes son objeto de la incontinencia verbal; como también la “espada de Damocles” que significa el aparato judicial.
Si queremos resurgir como sociedad moderna, tenemos que empezar por reducir la violencia institucionalizada por el gobierno y que las FAN vuelvan a sus cuarteles. Es necesario cederle el paso a la racionalidad y darnos la oportunidad de realizar un diálogo transparente en el que solo haya un ganador: Venezuela. Es la única salida viable, democrática y civil en el contexto de un Estado de derecho. Mostrar al mundo nuestra capacidad de negociar acuerdos, sin intervención de extranjeros.
Superar esos escollos y construir ese futuro pasa por la voluntad política de los sectores y actores políticos, y el compromiso y la responsabilidad de los venezolanos; aunque también del concurso de profesionales como los arquitectos y los administradores, que recientemente conmemoraron su día. Vaya nuestro saludo hacia ellos y a sus almas máter, las facultades de Ciencias Económicas y Sociales, Arquitectura y los Núcleos de Punto Fijo y Costa Oriental del Lago.