Universidades a la deriva

Como es natural, los actuales cuadros directivos lucen agotados, deslegitimados y con una capacidad de respuesta mínima en la atención del discurrir universitario

Mi mayor orgullo es ser docente e investigador universitario. No obstante me ha tocado la experiencia de ver la degradación de la universidad pública venezolana desde que el chavismo asumió el poder. Aunque no sólo es culpa del régimen su postración actual, también existen las responsabilidades a lo interno. 

Lo más grave del proyecto universitario hoy varado es que la meta académica luce aparcada. Desde el Gobierno hay una declaración de guerra hacia las universidades autónomas. No se les aprecia en sus muy elevadas funciones, porque a pesar de su anarquía interna hay vestigios de independencia y rebeldía. La estrategia gubernamental lleva años funcionando como una trituradora sobre las universidades financiadas por el mismo Estado, y no es otra, que atizar sus propias contradicciones a lo interno. 

La principal consecuencia de éste canibalismo endógeno es la suspensión ad infinitum de nuestros procesos electorales para renovar a las autoridades y cuadros directivos. El TSJ, arrogándose unas atribuciones que no le son propias, es el instrumento judicial de control que las ha impedido. Como es natural, los actuales cuadros directivos lucen agotados, deslegitimados y con una capacidad de respuesta mínima en la atención del discurrir universitario. 

Recientemente el régimen arrebató a las universidades su política de ingreso estudiantil, además de imponer un presupuesto deficitario que no atiende las necesidades de un funcionamiento óptimo. Aunque lo más delicado tiene que ver con el salario de los universitarios, algo completamente anecdótico y que no se corresponde con las altas funciones que ejercemos socialmente. Las renuncias de los docentes ya son masivas. Y es comprensible devengando un Titular con doctorado tan sólo 30 dólares al mes. Adicionalmente, nuestra vulnerabilidad, ha sido el caldo de cultivo de la corrupción en sus más variadas manifestaciones dejando colar la impunidad más vergonzosa. 

Para rematar ésta desdicha, los trabajadores universitarios del país, no estamos dispuestos a incorporarnos a nuestras labores en septiembre hasta que el ejecutivo nacional nos haya aumentado el salario que la inflación se devora. Es absurdo pensar que los universitarios estamos complacidos por ésta medida. Todo lo contrario, nos mortifica y amarga, sólo que el irrespeto y la arrogancia gubernamental no nos dejó otra opción. Como dice Chiara Lubich: “No te quejes si tienes que luchar. Es tú hora. Sin batalla no hay victoria”. 

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