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En una trilla del sector El Laberinto, parroquia José Ramón Yépez del municipio Jesús Enrique Lossada, permanecían, el pasado sábado en horas de la tarde, los cadáveres de dos hombres amordazados y tiroteados. Cuando los vecinos hallaron los cuerpos notificaron a las autoridades policiales para que se dirigieran al sitio e iniciaran las investigaciones correspondientes.
En una furgoneta trasladaron a los fallecidos a la morgue forense donde los patólogos les practicaron la necropsia de ley. Ninguno de sus familiares había aparecido hasta que un fuerte golpe en la puerta metálica roja del tanatorio alertó a los funerarios, un grupo de mujeres preguntaba por Alberto José Báez Cohen, de 20 años, entre sus manos sostenían una fotografía.
La incertidumbre quedó despejada minutos después. Uno de los muertos del doble asesinato del día anterior era el, ante la noticia comenzaron a gritar, llevaron sus manos a la cabeza y miraban al cielo como pidiéndole a Dios que no fuera cierto, “pero nada podía cambiar la realidad”.
Sentados bajo la sombra de un árbol comentaron que no veían al muchacho desde hace tres días, cuando salió de la casa en compañía de su suegro, iban al barrio Torito Fernández a podar unas matas. Las horas transcurrieron, llegó el amanecer y con él la desesperación, “pensaban que le había pasado algo malo”.
Los buscaron en las emergencias del Hospital Universitario de Maracaibo, el Hospital General de Sur e incluso visitaron varios comandos policiales de la capital zuliana con la esperanza de hallarlo, la respuesta se repetía, “no está aquí”. La única alternativa que les quedaba era buscarlo en la morgue.
El cuerpo del infortunado presentaba heridas producidas por un arma de fuego al igual que el de su acompañante, de quien aún se desconoce su identidad. Los parientes del albañil aseguran que nunca les presentó a su nuevo suegro.