Alejandro
Una treintena de exmandatarios iberoamericanos llamó a los gobiernos del continente que autoricen la participación de la OEA en la búsqueda de una solución a la crisis venezolana.
Una delegación de los exjefes de estado, agrupados en la Iniciativa Democrática de España y las Américas, visitó al secretario general de la Organización de Estados Americanos, Luis Almagro para expresarle su respaldo por haber invocado la Carta Democrática Interamericana al considerar que Venezuela vive alteraciones graves al orden democrático, los cuales argumentó en un informe de 132 páginas.
La expresidenta costarricense Laura Chinchilla dijo que cuando el Consejo Permanente sesione de manera extraordinaria el jueves para recibir el informe de Almagro “queremos que haya una votación acogiendo sus recomendaciones”.
Chinchilla indicó que la OEA es el único organismo capaz de garantizar un “diálogo oportuno, nacional, incluyente y eficaz. No queremos un silencio cómplice. Queremos que los mecanismos diplomáticos de la OEA vengan a dar garantías para que tenga consecuencias y no para que una de las partes simplemente gane tiempo”.
El expresidente peruano Alejandro Toledo señaló que: “Lamento mucho que Zapatero ahora quiere ser intermediario. Está tomando la posición de (presidente venezolano Nicolás) Maduro”.
Un diálogo necesita dos partes
El exmandatario boliviano Jorge Quiroga señaló que en el diálogo “deben estar las dos partes con sus representantes, pero el Gobierno (venezolano) veta la participación de la oposición. Eso es inaudito”, agregó refiriéndose a los tres expresidentes encomendados por Unasur, que a petición de Venezuela rendirán cuentas el martes ante el Consejo Permanente de la OEA.
“Le pedimos a los países del hemisferio a que en el Consejo Permanente pidan un diálogo efectivo con referendo revocatorio, liberando presos políticos, reconociendo las potestades de la Asamblea Nacional y abriendo canales humanitarios”, indicó.
Las tensiones políticas aumentan en la nación sudamericana mientras los venezolanos siguen agobiados por una galopante inflación, que se estima podría llegar este año a 720 %, graves problemas de escasez de alimentos, medicinas y productos básicos, y una recesión económica que tiende a complicarse por la caída del precio del petróleo, que representa 96 % de los ingresos que recibe el país por exportaciones.