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El repunte de la tasa paralela pone en riesgo el sistema económico de la nación y el orden de la sociedad misma. El Gobierno es una fábrica de pobreza, hambre y desempleo. Por cada comercio, empresa, industria que cierra, son más de 20 familias en promedio que dejan de llevar el pan a la mesa. Es evidente el desespero de los venezolanos ante la negligencia del Gobierno y la pasividad de un sector de la oposición. No es posible con 90 mil bolívares al mes comprar alimentos cuando esos alimentos se están vendiendo al precio de un dólar que jamás debió existir; no es posible para un comerciante en este escenario, donde no se está vendiendo porque nadie está comprando, sostener su negocio, es urgente intervenir el mercado paralelo que sólo ha beneficiado a los aliados del Gobierno.
Si el Gobierno no tiene dólares pues debe salir a buscarlos, y al conseguirlos debe invertirlos en verdaderas soluciones, no salir a gastarlo en más populismo, comunismo y regaladera. ¿Qué más están esperando? ¿Y qué está haciendo el liderazgo de oposición?; es tiempo de que la clase política deje de jugar con la paciencia de los ciudadanos encerrados en hoteles de lujo pidiéndole a Venezuela calma mientras la mayoría padecen por la falta de medicamentos, alimentos y esperanza. Nuestros niños hoy asisten al liceo sin desayuno, y al retornar a sus casas es la almohada de sus humildes camas las que ayudan a mitigar su hambre y necesidad.
El sistema económico impuesto desde el Gobierno nacional está basado en una política de empobrecimiento sostenido y esto pareciera en momentos suceder ante la mirada pasiva de parte de la dirigencia de oposición. Es indignante que mientras unos bailan salsa, otros toman té en la mesa, mientras que afuera hay una sociedad que padece los embates de la miseria.
La iniciativa privada está siendo víctima de este sistema empobrecedor. Todo padre de familia que se levanta de madrugada para vender arepas, pastelitos, periódicos o café, sale a la calle y se enfrenta al mismo drama. Son muchos los trabajadores que deben sacrificar su desayuno o su almuerzo para dejar algo de alimento en casa. Destruyeron empresas, empleos y los campos, sometiendo a productores y empresarios a chantajes y amenazas. Fue el Gobierno quien sustituyó la producción nacional por importaciones y jugadas económicas para su círculo de aprovechadores del dólar y es el mismo Gobierno quien ha destruido empresas y empleos para engordar las colas del hambre. Aquí no se tiene que ir ni un venezolano más, quien se tiene que ir es el Gobierno nacional, sus cómplices, aliados y colaboradores.