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La Arcadia, ese lugar imaginado donde reina la felicidad la sencillez y la paz en un ambiente sublime habitado por pastores que viven en comunión con la naturaleza nunca podrá existir. Es tipificado en la estampita que reparten los hermanos equivocados, con la idílica imagen del hombre y su familia junto al plácido león, al lado de la boba cebra que descansa en medio de un sembradío de trigo que jamás ha sido tocado. Y uno se pregunta ¿y de qué comen estas bestias? Pero así es la humanidad, le encanta darle la espalda a la cruel realidad que la perturba y entregarse sin razonar al espejismo que la reconforta.
Tomás Moro con su ilusoria Utopía donde promovía la organización de una sociedad perfecta fue decapitado por Enrique VIII al negarse a desconocer al Papa. Para colmo del cinismo fue canonizado, tanto por la Iglesia católica como por la anglicana que lo asesinó. Por su parte el romanticismo, imponía el sentimiento sobre la razón. Este idealismo extremo encontraba con frecuencia un violento choque con la miserable realidad que acabara en el suicidio
Allí está el desgreñado burgués de Karl Marx, proponiendo cambiar el inmutable y bien merecido dantesco destino de la humanidad. Basado en fábulas idealistas, propuso llegar a un igualitarismo totalmente ilusorio donde no hubiera ricos ni pobres sino pura felicidad.
Por esas paradojas de la vida, este judío nacido en Alemania, que después sería la nazi exterminadora de hebreos, era un racista implacable. Marx llamaba a los pueblos eslavos “cloaca étnica”, y se refería a los rusos como personas inferiores. Y fue precisamente ese pueblo soviético el que impuso a la fuerza sus teorías comunistas que embarcaron a media humanidad durante más de 70 años.
Está demostrado que una sociedad que coloca la igualdad por encima de la libertad, acabará sin igualdad y sin libertad como ha ocurriendo en Venezuela. Todos los países comunistas abandonaron esa fracasada teoría económica, en cambio el chavismo nos sumerge de lleno en ella. No me canso de decirlo. Haber sido comunista fue un error, seguirlo siendo es una tremenda estupidez. Que oiga quien tiene oídos…