lunes, enero 6, 2025
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Vamos a pedirle perdón

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Desde hace tiempo atrás he venido escribiendo sobre la necesidad imperante de que todos aquellos venezolanos que queremos un cambio en el país participemos de manera activa en el proceso electoral parlamentario que se avecina

Cuando me refiero a participación activa quiero decir a hacer lo que a cada uno le corresponda; unos buscarán electores; otros cuidarán los votos, muchos saldrán a motivar a los decepcionados y así, como un buen equipo se logra el objetivo, pero todos con el común denominador de ejercer el voto el día designado.

En el absoluto convencimiento de lo fundamental que será y es este proceso para el viraje político del estado venezolano, no es menos importante y fundamental que todos nosotros entendamos que ese cambio debe partir de nosotros, somos la semilla de la transformación.

La semilla es el origen del árbol, una buena semilla da un buen árbol y este árbol da un buen fruto, pero hay algo muy importante para que esta mecánica divina se dé y es la tierra. Tierra que, obviamente, debe ser tratada con el debido manejo para que sea fértil.

Ahora bien, si traspolamos este ejemplo a nuestra realidad, se me ocurre decir que la tierra es Venezuela; la semilla su gente maravillosa; el árbol la sociedad y el fruto es la convivencia.

Entonces, para poder tener una convivencia sana, una sociedad fuerte y robusta, una gente próspera, es menester tener una tierra bien cuidada, bien tratada, abonada, una tierra fértil. A mi juicio es allí por donde debemos comenzar.

Es recurrente en estos tiempos escuchar a muchos decir, “es que este país no sirve”; “aquí no se puede vivir”; “no hay esperanza en Venezuela”, y así muchas otras frases que distan mucho de lo que es un buen trato a esa tierra…a esa tierra madre…a esa madre…a nuestra madre.

La situación actual del país no es fácil, es innegable la realidad, no se puede tapar el sol con un dedo; pero considero que lo más injusto sería culpar o responsabilizar a Venezuela de lo ocurrido. Es como si cualquiera de nosotros culpáramos a nuestra madre porque hoy las cosas no nos salieron bien.

Por eso creo que debemos cambiar nuestra actitud para con el país, comencemos pidiéndole perdón; diciéndole las cosas que nos gustan de ella; reconociéndole sus virtudes y sobre todo amándola por el mero hecho de habernos permitido nacer, crecer, desarrollarnos, vivir y morir en ella.

Pregunto, ¿no sirve un país que aunque muy maltratado sigue pariendo recursos naturales?; ¿no se puede vivir en un país que nos dio la vida?; ¿no hay esperanzas en un país donde el sol sale cada mañana brindando nuevas oportunidades? Si la respuesta es NO, pues entonces estamos negando a nuestra madre.

Es decir, mamá me dio la vida; me alimentaba a diario aun cuando le mordiera el pezón; la orinaba encima y hasta defecaba sobre ella y aun así a diario me cuidaba, me seguía alimentando y me consentía, con el único objetivo de que fuera feliz y le dijera TE AMO. 

Hoy ya somos adultos, nos decimos independientes, no vivimos a su lado pero seguimos pegados a ella, de vez en cuando la visitamos, ella nos prepara nuestra comida preferida, pero aun no le decimos TE AMO.

¿Qué vamos a hacer cuando mamá ya no esté? Seguro vendrán los lamentos acerca de lo que pude hacer y no hice; de las veces que le pude decir te amo y no lo hice; de los abrazos que no le di. También seguro estoy que llegarán los hermosos recuerdos, sus atenciones; sus desvelos; sus lidias positivas.

Igual nos puede pasar con Venezuela si muere; allí nos daremos cuenta de todas sus bondades y de lo poco que las aprovechamos y reconocimos y solo nos quedarán los lamentos de lo que pudimos hacer y no hicimos, sino que fue más fácil abandonarla (y no me refiero al abandono geográfico) y culparla a ella de lo que pasaba.

El cambio está en nosotros, la diferencia entre la situación actual y la que queremos está en nuestra conducta, desde lo más mínimo hasta lo más grande. Nuestra actitud nos dará el resultado de la fórmula “lo que tengo y lo que quiero” y ese producto se llama “lo que merezco”.

Estamos a tiempo para recapacitar pidiéndole perdón y demostrarle con palabras y hechos cuanto amamos y queremos a nuestra madre, a nuestra madre tierra, a nuestra Venezuela.

PERDON MAMA, TE AMO MAMA….PERDON MI TIERRA, TE AMO MI TIERRA

PERDON JUANITA, TE AMO JUANITA….PERDON VENEZUELA, TE AMO VENEZUELA

No sé si serán las mejores madres, pero son las mías.

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