Vamos por buen camino

La Alta Comisionada de los Derechos Humanos de la ONU presentó un informe desgarrador sobre la crisis o tragedia humanitaria que viven los venezolanos, y se dispone a viajar a Venezuela, inspección a la cual no puede negarse el régimen

Nicolás Maduro ha comenzado a dar muestras de desespero ante el cerco democrático que le han tendido la mayoría del pueblo venezolano y más de 50 países del mundo libre con Estados Unidos y Canadá a la cabeza.

Su llamamiento a países como Bolivia, Nicaragua y Uruguay, a los cuales considera cercanos ideológicamente, y a pequeñas naciones del Caribe recientemente, para que lo ayuden a buscar un diálogo con la oposición, no tiene otra lectura que la de un hombre que se siente arrinconado y su permanencia en el poder depende exclusivamente de una facción militar, que no termina de tomar la decisión que esperan los venezolanos para acabar con esta tragedia humanitaria en que se encuentra Venezuela, luego de 20 años de una mal llamada revolución bolivariana.

El usurpador no quiere entender que ya no hay posibilidades de un diálogo, porque esta instancia que debió ser la solución a la crisis, fue implosionada por el régimen, al incumplir en dos oportunidades las expectativas que se habían planteado en los sectores opositores que concurrieron de buena fe, mientras Maduro manejaba otra agenda.

Pero al mismo tiempo que se delata, Maduro deja ver que aun sintiéndose atrapado y sin salida, no tiene reales intenciones de salir del poder y cada vez más ejecuta acciones que considera, le sirven para atornillarse o blindarse. Confundido con la arremetida democrática de la oposición que ha tomado las calles del país, ante un usurpador que lo rechaza la nación entera en más de un 90 por ciento, Maduro convoca de la manera más insensata a unas ilegales fuerzas de choque con el nombre de colectivos, armadas criminalmente por el régimen para que arremetan contra manifestantes pacíficos que no tienen más armas que el derecho que otorga la Constitución a manifestar.

La oposición venezolana con el presidente interino a la cabeza, el parlamentario Juan Guaidó, tiene muy bien centrada su agenda de lucha en tres propuestas fundamentales: cese de la usurpación que no es otra cosa que la salida de Maduro de la presidencia que ocupa ilegalmente desde el 10 de enero; Gobierno de transición  y elecciones generales supervisadas por organismos internacionales, y organizadas por un nuevo Consejo Nacional Electoral, sin más alcahuetas comadres de por medio.

Claro que Maduro se resiste a convocar elecciones, porque tanto él como el régimen comunista cubano, que dirige la política interior de Venezuela, están conscientes que en una consulta al pueblo, el comunismo será arrasado y desaparecerá de la escena venezolana, y sus líderes quedarán en manos de la justicia nacional e internacional, por todos los crímenes de lesa humanidad que han cometido contra el pueblo. 

Este cronista estima que los días de Maduro en el poder que ejerce ilegalmente, están contados. Pero el pueblo venezolano tiene que tener paciencia y confianza en sus líderes y convencerse de que la ruta que llevamos en la lucha contra el régimen es la correcta. Apenas han transcurrido tres meses de esta nueva etapa de lucha democrática y los resultados están a la vista. Los Estados Unidos y la OEA han reconocido a los embajadores designados por el presidente interino. 

La Alta Comisionada de los Derechos Humanos de la ONU presentó un informe desgarrador sobre la crisis o tragedia humanitaria que viven los venezolanos y se dispone a viajar a Venezuela, inspección a la cual no puede negarse el régimen. Cada vez son más las sanciones económicas a personeros del régimen, para estrechar el cerco a la dictadura. Pero lo más importante es que el pueblo tomó las calles. Vamos por buen camino.