jueves, diciembre 12, 2024
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Venezuela y la Guerra del siglo XXI

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Hoy Venezuela no es un país libre, las decisiones de los bandos en conflicto son tomadas por estos actores internacionales, que ven únicamente en Venezuela un espacio geográfico estratégico para sus fines hegemónicos; lamentablemente a la dirigencia venezolana el país se les escapó de las manos

Para mi padre Ángel Lombardi

En septiembre de 2014 el papa Francisco nos alertaba que el mundo había entrado en una tercera guerra mundial, una guerra distinta a las que habíamos conocido, esta es por partes, algo similar a las famosas series de los canales por streaming tipo Netflix, cuyo último capítulo fue el ataque a las mezquitas en Nueva Zelanda en donde fallecieron 49 personas y más de 40 heridos.

La nueva guerra no es convencional, distintos autores la han definido como la “guerra irrestricta” en donde todo es permitido y no hay reglas, convertir aviones comerciales en poderosos misiles o niños en bombas humanas son métodos válidos de destrucción, esta nueva guerra va más allá de las explosiones, ahora el Internet, las redes sociales, las finanzas, los servicios públicos entre otros aspectos básicos de la cotidianidad, son usados como armas de guerra para manipular, controlar y generar terrorismo psicológico.

Esta guerra no convencional puede explicarse en el nacimiento de las armas atómicas, quienes la poseen saben cuál es su poder de destrucción lo que termina convirtiéndose en su propio freno, de tal manera que las armas atómicas hoy son un elemento de persuasión, pero no de coacción, usarlas sería la destrucción del mundo. En 2018 el presidente ruso Vladimir Putin declaró ante un posible ataque nuclear a su país: “seíamos mártires y ellos simplemente morirían”, dejando claro que el resultado sería catastrófico para la humanidad.

Las guerras siempre se han librado como consecuencia de la lucha por el poder; el siglo XXI no se escapa a esta inherente condición humana, que gracias a los avances y evolución política hemos creado organizaciones y documentos que ayudan a evitarlas, como por ejemplo la declaración de Derechos Humanos, sin embargo no es suficiente y estamos obligados a esforzarnos más, nos dice el doctor Ángel Lombardi con respecto al siglo XX: “No logramos redimir ni la injusticia ni la pobreza, ni las muchas miserias del hombre, pero allí quizás descansa la posibilidad de seguir soñando y seguir luchando”.

En este contexto de la lucha por la supremacía mundial, lo territorial ya no es lo más importante, factores como el económico y tecnológico empiezan a tener un valor decisivo, tenemos en un lado a los Estados Unidos y sus aliados y por el otro la alianza China-rusa y sus aliados, alianza que por cierto fue sellada en 2018 en nombre de la estabilidad euroasiática, pero que en el fondo esconde una alianza estratégica económica, militar y tecnológica que le haga contrapeso a la hegemonía occidental encabezada por Estados Unidos, así lo revelan distintos informes del Pentágono.

Asumido este escenario como real, podemos afirmar que el mundo deja de ser unipolar, es allí en donde podemos estudiar y tratar de explicar la situación de Venezuela; desde el 2002 el chavismo decidió ubicarse en el polo China-Rusia a través de los actores cubanos, quienes con su experiencia y relaciones con estos países lograron en estos casi 20 años, establecer alianzas sólidas que le permitieran permanecer en el poder; hoy Venezuela no es un país libre, las decisiones de los bandos en conflicto son tomadas por estos actores internacionales, que ven únicamente en Venezuela un espacio geográfico estratégico para sus fines hegemónicos; lamentablemente a la dirigencia venezolana el país se les escapó de las manos y hoy los venezolanos somos víctimas de esta batalla.

Militarmente hablando el régimen de Maduro no tiene ningún tipo de oportunidad de triunfo, cercado por sus fronteras entre brasileños, colombianos y holandeses, todos aliados de Estados Unidos es imposible una victoria, sin embargo experiencias como las de Irak o Siria ponen a reflexionar a Washington y apuestan a que la solución tenga un bajo costo político, sobre todo porque están en la antesala a las elecciones presidenciales del 2020, un conflicto en el Caribe es peligroso y no conveniente, quizás por eso sus esperanzas están depositadas en los propios militares venezolanos.

El escenario es complejo y el desenlace requiere tiempo y paciencia; sin embargo, dudo que se extienda más allá de 2019, las cartas están sobre la mesa, el diagnóstico está revelado, lo que nadie sabe es cómo terminará; en mi caso solo me queda seguir apostando a una solución pacífica, en donde los venezolanos a través de elecciones generales libres, abiertas, equitativas, justas y arbitradas por el mundo a través de sus organizaciones, seamos quienes decidamos el futuro del país.

Mientras escribía este articulo recibí la esperanzadora noticia sobre el encuentro en Roma los días 18 y 19 de marzo entre funcionarios rusos y norteamericanos para hablar sobre Venezuela, recordemos que el obispo de Roma es el papa Francisco, y esta ciudad es la sede metropolitana de la Iglesia católica, buena señal para la paz.

 

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