En
Maracaibo tiene un déficit importante de áreas verdes, y particularmente de parques. La Vereda del Lago logró convertirse en una excepción, sirviendo de espacio para el disfrute de actividades deportivas y recreativas. Para lograrlo el reto no fue mayor, bastó con colocar iluminación, colocar vigilancia permanente, e ir adecuado algunos espacios. Hoy lamentablemente se han ido perdiendo estos elementos y por lo tanto lo que debería ser un lugar para el disfrute se va convirtiendo de nuevo en aquella “boca de lobo” que llegó a ser al final el Paseo del Lago.
Lo anterior no es otra cosa que una muestra más de la manera de hacer gestión pública en Venezuela, donde las inauguraciones ruidosas son más importantes que el mantenimiento silencioso. Hace apenas pocos meses, luego de varios intentos por parte de los ciclistas que practican este deporte en la Vereda del Lago por buscar una opción para ellos, solicitando mayor iluminación, e inclusive la definición de algunas vías, las autoridades no lograron poner en práctica ninguna solución de consenso. Luego ocurrió lo inevitable, un accidente, y posterior a ello (sin asumir su cuota de responsabilidad) la Alcaldía aplicó una medida extrema: sacar a los ciclistas y “tomar” la Vereda del Lago. Con ello, la presencia policial se hizo sentir con oficiales en cada esquina, los famosos conos anaranjados, y varias patrullas circulando. Hoy poco de eso queda.
¿Qué ocurrió? Lo de siempre. Una vez que pasó la noticia, y poco a poco sin que se note mucho, alguien dejó de supervisar, el supervisado dejó de cumplir su tarea, el ciudadano no tiene a quién acudir, los funcionarios responsables se escudan en excusas, y lo que debería ser un bien público queda abandonado. Luego, en algún momento, vendrá alguien, hará una nueva inauguración (tal vez hasta cambie el nombre), y empezará de nuevo la rueda de la Gestión pública reactiva.
Así como ocurre con este parque emblemático de la ciudad, sucede con el transporte público, la infraestructura en general, inclusive con la educación y la salud. En Venezuela la gestión pública es espasmódica, es amante de las “jornadas” o los “operativos” (por aquello del ruido y la cobertura mediática), olvidando que los verdaderos resultados se obtienen con trabajo constante, con mantenimiento en el caso de la infraestructura, con planificación y control. Una gestión pública realmente novedosa en el país sería aquella que se dedicara a cuidar lo poco que queda y, ojalá cuando vengan tiempos mejores, logre invertir en recuperar lo perdido. Una Gestión pública reactiva nunca generará los cambios profundos que realmente se necesitan.