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El gobernador del estado Táchira, José Gregorio Vielma Mora, admitió el “gran daño” que provocó la decisión del Gobierno venezolano de marcar con una “R” y una “D” (por revisadas y por derribar) las viviendas de la barriada en la que se realizaron repatriaciones de ciudadanos a Colombia.
Ese marcaje “ya no se está dando más, pero esa situación ha dado la vuelta al mundo y nos ha hecho un gran daño”, declaró Vielma en entrevista este domingo con el periodista José Vicente Rangel transmitida por Televen.
El marcaje fue tildado de “evidencia fascista” tanto en Colombia como en Venezuela y se produjo en el sector denominado La Invasión, una explanada de unas 2.000 viviendas levantadas a 300 metros de la frontera entre Táchira y la ciudad colombiana de Cúcuta, allanado el 21 de agosto pasado por 2.500 soldados y policías venezolanos.
Los 160 kilómetros de la franja fronteriza de Táchira con Colombia, de los más de 2.200 kilómetros de la zona limítrofe total entre ambas naciones, fueron cerrados paulatinamente desde el 19 de agosto pasado por orden del presidente venezolano, Nicolás Maduro.
El mandatario decidió el cierre tras el ataque armado ese día a una patrulla militar venezolana, y advirtió que la reapertura solo se producirá cuando ambos países negocien una nueva política fronteriza que ponga fin al contrabando, el paramilitarismo, el secuestro, el narcotráfico y otros delitos comunes en la zona.
Vielma Mora agregó hoy que se investiga quién impartió la orden de marcar las viviendas allanadas y repitió que la D aludía a “casas de citas, burdeles, casas de juego” y otras edificaciones donde incluso se hallaron cárceles clandestinas, todas ya derribadas.
“A alguien se le ocurrió; estamos averiguando en este esfuerzo por los derechos humanos, a quién se le ocurrió marcar”, dijo y confirmó que la D pintada en las fachadas “fue para que la gente tuviera claro cuáles íbamos a derribar”.
En esas edificaciones “agarramos a 32 paramilitares colombianos” y a “exsoldados de Colombia, de unidades antiguerrilleras, que fabricaban explosivos”, y se descubrieron sótanos “para meter allí a secuestrados” y “niñas de entre 15 y 25 años hasta que sucumbieran a las apetencias sexuales de los paramilitares sicarios”, reveló.
“Una operación de esta envergadura no dejó ni un fallecido, ni un herido; no hay un golpeado, no hay un torturado, no hay violencia sexual, ninguna puerta tumbada a patadas” como también se denunció “falsamente”, subrayó.
También tildó de “espectáculo mundial” el que algunos de los repatriados sacaran sus pertenencias cruzando el río fronterizo.