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El vigilante Luis Alionel González, de 64 años, descuidó unos minutos sus funciones en un pulilavado, en la avenida 89 con calle 16 A del sector Las Delicias al norte de Maracaibo, se subió al techo del establecimiento vecino para buscar unos mangos. Solo caminó cuatro pasos antes de caer al vacío, un gran agujero se abrió debajo de sus pies.
Tres horas transcurrieron antes de que encontraran al anciano herido. Uno de sus compañeros de trabajo llegó a relevarlo, al entrar en la no lo halló y salió a buscarlo, sin resultados. De inmediato se dirigió a las oficinas y notificó su desaparición, detalló la familia en la morgue forense.
Un grupo de trabajadores llegó al pulilavado para buscarlo y recorrió las instalaciones. Uno de ellos agarró una escalera, la colocó en posición y subió al techo, desde ahí pudo observar un agujero, se acercó hasta él y al mirar hacia abajo vio a González, estaba inconsciente, relató la amiga del infortunado.
Los empleados violentaron la santamaría, desprendieron la puerta de un baño, hicieron de ella una camilla improvisada, acomodaron al herido, lo subieron en un vehículo y lo llevaron al Hospital Chiquinquirá de Maracaibo, donde falleció.
Los González presumen que el vigilante se subió en el techo de acerolit para arrancar un mango del árbol del local vecino, la lámina no soportó el peso de su cuerpo y se abrió. “Ese techo está podrido”, aseguró el hijo de la víctima.
Ana Menéndez, amiga del vigilante, miraba su fotografía, lloraba y repetía que no podía creer lo que sucedió. Hace tan solo cuatro días lo había visto salir por la puerta de la casa y ahora estaba muerto. Lo recordó como responsable, noble, colaborador, excelente padre y amigo.