La corrupción, falta de mantenimiento, disfuncionalidad gerencial ejecutoria, desprofesionalización, partidización, improvisación, antiética y opacidad se apoderó del Sevi y otras instituciones altamente técnicas del país como PDVSA
Venezuela y en especial el Zulia continúan siendo vapuleados por apagones implacables desde el 7 de marzo, luego de 20 años de gestación, nos encontramos que lo impensable ha afectado al Sistema Eléctrico Venezolano Interconectado, Sevi, de manera explosiva hundiendo al país y su colectividad en una miseria energética. Lo paradójico del caso es que esto sucede en medio del mayor período de bonanza fiscal, que en dos décadas ha visto asignado 110 mil millones de dólares (1998) para el Sevi, siendo el país con uno de los mayores poderíos energéticos del mundo. Entonces, cabe preguntarnos, ¿qué nos pasó?
La respuesta es que la corrupción, falta de mantenimiento, disfuncionalidad gerencial ejecutoria, desprofesionalización, partidización, improvisación, antiética y opacidad se apoderó del Sevi y otras instituciones altamente técnicas del país como PDVSA y los servicios, donde son esenciales especialistas de múltiples disciplinas técnicas, jurídicas y financiares, apegadas a las sanas prácticas enfocadas en el deber ser de cada uno de sus áreas, deslastrados de lo ajeno a su núcleo.
Masivos apagones ocurren con creciente frecuencia y severidad, dando casi fallas catastróficas que colapsan al Sevi, alternándolo transitoriamente entre cuidados intensivos y la morgue. Mientras el régimen responsable exclusivamente de esta monumental debacle, juega a cuadro cerrado en el corazón del Sevi, y el Guri, socavando lo más vital de nuestra seguridad energética.
En menos de un mes, este exprofeso accionar ha causado la voladura electrizante de más del 50 % de nuestra capacidad energética. Comparado con las máximas históricas del Sevi, esto es una verdadera tragedia que nos une a todos y nos enseña de una vez por todas, que más que un país petrolero, somos un país eléctrico, y que gracias a la electricidad es que hemos alcanzado grandes logros como nación. Toda la transformación de nuestro potencial requiere de tiempo, talento y tesoro. Es hora de actuar, no hay margen para el ensayo y error; el fracaso es inadmisible para Venezuela y nuestro hemisferio. ¡Pa’ lante, que para atrás espanta!