Voluntad de cambio

 El quejarse se ha convertido en una especie de catarsis pasiva, a la vez que se empiezan a señalar culpables en cualquier lugar. La crisis social del país se agudiza, y con ella las circunstancias personales de cada venezolano. En esta situación el tejido social se debilita

La desesperanza se ha apoderado de muchos rostros, en las aceras mientras esperan cualquier medio de transporte o en las largas colas para retirar algo de efectivo, cientos de personas se mueven entre la inercia y la rabia. El quejarse se ha convertido en una especie de catarsis pasiva, a la vez que se empiezan a señalar culpables en cualquier lugar, como por ejemplo el cajero del Banco que no da completo el efectivo, el vecino que no salió a las calles a protestar semanas atrás, o incluso el jefe que no aumenta el sueldo a la misma velocidad de la inflación.

Mientras las personas se distraen buscando responsables en lugares equivocados, la crisis social del país se agudiza, y con ella las circunstancias personales de cada venezolano. En esta situación el tejido social se debilita, hasta el punto de convertir a la sociedad civil en una masa sin elementos comunes que le permitan unirse en busca de un fin común.

¿Cómo revertir esta situación? Queriendo cambiar. Aunque parece obvio, muchas veces los propios patrones mentales impiden que la persona salga de una situación en la que no se siente a gusto. Esto trasladado al ámbito de la educación se relaciona con un hallazgo hecho recientemente por la Firma consultora Mckinsey, quienes analizando los resultados de las pruebas PISA 2015 (Comunicación, Matemática y Ciencia) aplicada a niños y jóvenes encontraron que el “patrón mental” de la persona influye más en sus resultados académicos que su contexto socioeconómico.

No cabe duda que la situación que hoy viven millones de venezolanos es dramática. Sin embargo, hay otros miles cuyas circunstancias si bien son adversas pudieran estar saliendo de la zona de la “queja” y actuando para cambiar sus propias circunstancias, y con ello las del país. ¿Cómo? Cada quien debe responder a esa pregunta, pero sin duda la respuesta debe tomar en cuenta las palabras esfuerzo y constancia. La Venezuela fácil ya no es una realidad.

Lamentablemente todavía hay muchos que siguen arrastrando la carga del facilismo, la que incluye el encontrar siempre otros culpables, nunca asumir responsabilidades, y creer que la providencia resolverá todos los problemas. Un gran aprendizaje de los pueblos que han sufrido ha sido valorar el esfuerzo propio y de los demás, saber que las cosas se ganan con trabajo, y asumir responsabilidades individuales y colectivas. De esta manera quizás se empiece a forjar una verdadera voluntad de cambio.

 

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