¿Votar o no votar?

Una casta gubernamental como la chavista, frenéticamente atornillada al poder ilimitado, debe atacársele por todas las vías legítimas y legales al alcance del pueblo. La abstención no es una opción

La abstención, aparte de ser una capitulación donde se entrega el arma más importante de una democracia (el voto), significa someterse a los tiranos. Ciertamente, las condiciones no son las ideales; podredumbre institucional que no solo permite el uso y abuso de los recursos públicos en la campaña de los candidatos del Gobierno (como lo hiciera Chávez según Jorge Giordani), sino que también obstaculiza las campañas, persigue, hostiga e inhabilita candidatos opositores, sin embargo, la condición crítica del Gobierno (en el ojo del huracán mundial) los ata de manos, los entierra más.

El mejor ejemplo fue el 6D de 2015, quedó demostrado que la organización opositora, aunada principalmente a la decidida voluntad de votar del pueblo, puede superar cualquier obstáculo; tanto es así que el Gobierno aprendió, tenía que fingir un proceso electoral para aparentar un triunfo, era la única manera de volver anotarse una presunta victoria electoral, de otro modo, a través del voto universal, directo y con avasallante participación de los venezolanos no hay forma ni manera que pueda ganar alguna elección.

Abstenerse es una cobardía, para quienes aluden que el Gobierno hará fraude. Fíjense, en las regionales 2012 (a excepción de Zulia y Nueva Esparta), donde hubo participación cercana o más elevada al 60 % ganó la oposición, donde la abstención promedió 50 % o más ganó el Gobierno. La abstención favorece al chavismo porque este cuenta con los recursos (públicos) para movilizar sus votantes, usa todas las tretas posibles desde amenazas, chantajes y coacción. 

Si la oposición no vota le tiende la mesa, le regala el país, después “no hay pataleo que valga”. Una casta gubernamental como la chavista, frenéticamente atornillada al poder ilimitado, debe atacársele por todas las vías legítimas y legales al alcance del pueblo.

La abstención no es una opción, mucho menos después del fraude a la soberanía más grave de la modernidad, perpetrado en flagrancia ante los estupefactos ojos del mundo entero, “la constituyente”. Con voto masivo quedará demostrado. No hay fraude posible que pueda doblegar el anhelo, las ansias y la necesidad de cambio que exigen los venezolanos. Ocho de cada 10 venezolanos quieren que el chavismo desaparezca. Culminamos estas líneas señalando que atribuir la culpa a los políticos es una excusa barata, lo que suceda en Venezuela no dependerá de ellos, sino de lo que el pueblo evite o permita hacer. 

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