La orden era no dejarle más de seis gobernaciones a la oposición. El fraude siempre es irreversible. Tramado desde Cuba y puesto en la mesa del abuso para ser consumido por obligación y dejar el civismo reducido a cenizas
Esta ha sido la batalla de los mil pleitos, contra el imperio del infortunio. Lluvias eternas de amenazas, contradicciones electorales y argumentos indecorosos siempre se sirvieron en un plato agrio de asombros trasnochados, que por lo general lograba avasallar nuestra memoria reciente y hasta llegó, en un momento, a consumir el aliento de esta esperanza de libertad que no nos cabe en el pecho.
Por eso el salir a votar se convirtió en un esfuerzo de desperezar la incredulidad. A decir verdad, muchos optaron por no recibir la canallada acostumbrada y prefirieron hacerse los desentendidos con estas fundamentales elecciones para elegir a los gobernadores. Pero otros sí prefirieron desempolvar sus ímpetus, desmantelar las tretas del régimen y asumir su compromiso con un país totalmente aniquilado.
De nada vale un sufragio masivo y recorrer el tramo juicioso de asistir al centro de votación con la cordura justa del que quiere justicia ciudadana. El fraude siempre es irreversible. Tramado desde Cuba y puesto en la mesa del abuso para ser consumido por obligación y dejar el civismo reducido a cenizas.
La orden era no dejarle más de seis gobernaciones a la oposición. La isla tenía su dictamen y debía ser ejecutado con el mismo desparpajo atronador con el que consumaron la Asamblea Nacional Constituyente
¿Otra vez se saldrán con la suya? ¿Apagar las calles por esta apuesta electoral, con su resultado repetido y destartalado para arropar con las mismas decepciones a un pueblo ansioso de paz? Desconozco cuál será la agenda posterior a esta bufonada de estremecimiento nacional. No sé si la MUD saldrá a celebrar sus cinco regalitos de fiestecita de barrio o a luchar con blasón encendido por extirpar la dictadura.
Se ha dicho hasta la saciedad que este régimen no gana una elección verdadera desde hace 16 años. Todo lo demás fue fraguado en el laboratorio corrosivo del castrismo. Estas tramoyas sin gracia sólo deja en convencimiento mundial, que la mentira y la escaramuza son las cartas predilectas de un sistema que se resiste a abandonar el poder.
La única opción es plantarle cara al despotismo, con la reciedumbre patriótica de nuestros antepasados. No creo que con la economía dislocada y el hambre socavando el estómago, el venezolano en común, se vaya a quedar con este golpe bajo.