Latinoamérica está formada por un grupo de naciones que compartían el mismo idioma sin odios entre razas, religiones o entre hermanos, hasta que llegó Chávez. Por su parte, los veteranos líderes políticos, vendiéndose al mejor postor o callándose en momentos cuando era menester gritar, protestar o por lo menos decir algo
Ocurrió lo que tenía que ocurrir, lo que los medios de comunicación de más de 82 países anunciaban con diáfana claridad, la victoria fraudulenta de un régimen dictatorial que no brinda libertades democráticas. Lo sabía todo el mundo, menos la oposición, que no obstante estar viviendo en carne propia la destrucción y desmoralización del colapso de su país, se dividió.
No se trata de juzgar a los que así lo hicieron o sus argumentos, sino de intentar entender ¿cómo el país más rico, el de la tradición democrática más prolongada de Latinoamérica, con un rechazo de un 80 por ciento al Gobierno optó por dividirse y pelear entre sí en vez de luchar contra Maduro?
Existen países y continentes que por estar divididos en razas, religiones, sectas y estratos sociales están condenados al fracaso irremediable y eterno. La India y sus congéneres, los países musulmanes cuyas guerras no son contra Israel, sino entre hermanos sunitas y chiita, como el de Siria y ahora el de Arabia e Irán. Bosnia dividida en tres minorías que se odian a muerte. En cambio Latinoamérica está formada por un grupo de naciones que compartían el mismo idioma sin odios entre razas, religiones o entre hermanos, hasta que llegó Chávez.
Por su parte, los veteranos líderes políticos, vendiéndose al mejor postor o callándose en momentos cuando era menester gritar, protestar o por lo menos decir algo. Mancharon para siempre su hoja de vida ya bastante maltratada. Todos guiados por directrices partidistas o intereses personales.
Ante todas estas verdades dolorosas, varios puntos deben quedar claros. La oposición tiene que unirse de nuevo, ya no hay abstencionistas y votantes. Ya no vale el “te lo dije”. Los políticos son unos muérganos y todo lo que quieran, pero son indispensables. Alguien tiene que hacer el trabajo sucio. Hay que apoyarlos sin exquisiteces y rencores.
Los partidos políticos son imprescindibles en una democracia, debido a la maquinaria y la logística requerida para llegar hasta cada barrio (como hizo el PSUV), sin ellos no hay posibilidades de gobernar. Y más importante aún ¿cómo salir del socialismo si la oposición es socialista? Hay que decidir entre capitalismo y comunismo porque éste último se nos viene encima con saña desde hoy. Tenemos que luchar unidos y pedir verdaderas elecciones. Que oiga quien tiene oídos…