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Hace casi año y medio, el 7 de febrero de 2014, ante un anuncio del régimen autorizando un aumento en el precio del pan “nuestro de cada día”, necesariamente recordé y escribí sobre uno de los poemas de nuestro universal Andrés Eloy Blanco, el gran poeta popular de Venezuela, a quien el engendro de Sabaneta se atrevió a compararlo con el “poeta” de la revolución, el hoy flamante e inefable ¿Defensor? del pueblo, Tarek William Saab, llegando al extremo de decir que éste sí era el poeta de Venezuela.
Se trata del Palabreo de Sara Catá, dedicado a una extraordinaria mujer cubana que le dio cobijo a los aventados al exilio por la dictadura perezjimenista, entre quienes estuvieron el novelista y expresidente de Venezuela, don Rómulo Gallegos con su familia, y el propio Andrés Eloy.
Ya el hijo putativo y heredero político del iniciador de la catástrofe que vive Venezuela, comenzaba a exacerbar con sus disparates la grave situación que venía en pleno desarrollo, de los años de locura del hombre que se creía más grande que Dios mismo, que era inmortal, y pretendía gobernar este país, hasta el final de los tiempos.
“Y eso lo sabe cualquiera, cuando el pan se pone amargo. O ha llorado el panadero, o el que come está llorando”. Así comienza el Palabreo.
En Venezuela está llorando todo el mundo: llora el panadero, porque no puede elaborar y colocar en sus estanterías, las distintas variedades que esa prodigiosa gramínea que llaman harina de trigo les permite confeccionar; pero es que tampoco tienen café, azúcar, harina precocida de maíz, leche, pastas alimenticias, enseres de uso doméstico, porque las panaderías, con el tiempo se convirtieron en pulperías. Lloran los trabajadores, porque ven venir lo inevitable: el cierre o la reducción de personal para pasar a engrosar la ya abultada lista de desempleados que vienen dejando en el camino esta mierda de revolución.
Lloran los consumidores, porque un pancito cuesta un ojo y parte del otro, y se consiguen con sendos anuncios en las partes traseras de las panaderías: “No hay pan”, o se encuentran conque el producto lo venden racionado como ya sucede con todo en este país.
Este cronista sabe, como lo intuye todo el mundo, que este Gobierno tiene fecha de defunción, como es el 6 de diciembre, fecha convocada por el CNE, a regañadientes porque no les quedaba más remedio.
Estos comunistas desalmados, serán capaces de cualquier barrabasada para no soltar el poder. Y eso lo sabe cualquiera, cuando el pan se pone amargo.