Aquí
Con un país más dividido que nunca, con el foco más perdido, con un enfrentamiento que construye poco y destruye mucho de lo que queda, cabe preguntarse cómo llegamos a esto, y cómo salimos.
Sobre la primera pregunta cada quien tiene su hipótesis y su versión y por ello no vamos a abundar: por lo extenso de la respuesta y porque, dentro de la complejidad que atravesamos, todo es según el color del cristal con que se mire.
Sobre la segunda pregunta, muchos han dado respuestas, y en ello hemos tratado de contribuir en la medida de nuestras posibilidades, desde los espacios de los cuales disponemos.
Venezuela cuenta con el recurso humano capacitado para revertir la más complicada crisis de nuestra historia, y, como lo hemos dicho antes, es simplemente un asunto de voluntad política.¿Por qué insistir entonces en hablar de soluciones, si estamos en un diálogo de sordos? Como dijimos al principio, por foco.
Asombra, por ejemplo, cómo el tema económico está tan desatendido. Hemos visto, por ejemplo, que la canasta básica ha escalado en precios sin detenerse. En julio de 2017 arribó a dos millones 043 mil 083,39 bolívares, lo cual marca un aumento de 304 mil 932,84 bolívares (3.1 salarios mínimos) y de 17,5%, con respecto al mes de junio de 2017. La variación anualizada para el período julio 2017 / julio 2016 es 339,3%, o un millón 578 mil 048,60 bolívares, que se traduce en 16.2 salarios mínimos (Bs. 97.531,56).
En otro de los temas tan graves como ignorados, seguimos viendo como el control cambiario, lejos de ayudar a solucionar la compleja situación nacional, la complica a niveles exponenciales. Aquí el discurso y las acciones incendiarias han alejado la inversión extranjera, mientras que la nacional está de manos atadas o ha optado por buscar también otros horizontes fuera de la patria para poder seguir creciendo.
La tierra abandonada hoy porque quienes las cultivaban no tienen seguridad de ningún tipo, olvidando que no solamente teníamos rubros en los cuales nos autoabastecíamos, sino que incluso exportábamos, porque estamos en uno de los suelos más generosos del mundo. Tan generoso como desperdiciado.
Y así, podemos hacer interminable el extenso listado de las potencialidades que tenemos frente a la nariz y que son desperdiciadas por una diatriba estéril que a nada conduce. Alarma pues, cómo se le da la espalda a todo lo que se podría hacer por Venezuela, para que sea grande de verdad. ¿Cuándo podrá ser este el eje de una acción de gobierno?