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En un rincón de la eternidad encontramos al general Bolívar profundamente pensativo. -General, ¿qué opina de cómo están utilizando en Venezuela su figura? –Como una vez le dije a Sucre, yo no sé mentir y la elevación de mi alma no se degrada jamás al fingimiento. A Briceño le expresé en 1828 y a usted ahora, que “reside en la médula de mis huesos el fundamento de mi carácter”. Y estos fueron profanados por razones inaceptables por un maniático y manirroto demagogo, que padecía la obsesión de querer parecerse a mí, pues se creía el sumo sacerdote del inconveniente culto a mi persona. El colmo de todo ello fue el querer presentarme con la cara de un muñeco de plástico con rasgos contrarios a mis genes europeos. Bien claro lo expresé en su momento, que el lienzo de Gil Castro para el que posé pacientemente en Lima, era el más fiel retrato que me habían hecho.
No era necesario entonces reinventar mi rostro para presentarlo como trofeo de un régimen que abusa de mi nombre y legado. Ya en el pasado, otros utilizaron mi figura hasta hacerme objeto de culto. Pero adonde llegó ese teniente coronel y quienes lo mantienen embalsamado en el poder, no tiene nombre. ¡Querer ponerlo a mi lado, a mi nivel, como si fuera mi reencarnación es el colmo!. Mi figura se empequeñece cuando se le pone al mismo nivel de quien representa un proyecto personalista y marxista que no comparto. Como le dije a Pedro Gual en 1815, “para juzgar de las revoluciones y de sus actores, es menester observarlos muy de cerca y juzgarlos de muy lejos”.
Ya el país está valorando muy de cerca ese fracaso revolucionario, pero aún falta tiempo para el juicio definitivo a sus realizaciones y actores. Nadie es dueño de mi rostro verdadero, sino la historia. Si quieren recordar mi figura no la usen como pretexto para presentar la otra que ya tiene hasta su “panteón”. Recuérdenme solo, o cuando más, al lado de Sucre, Urdaneta o Bello. ¡No inunden al país con mi figura, sobre todo con esa compañía! Inunden a Venezuela con la paz, la justicia y los bienes que tanta falta le hacen. Yo no necesito estar en el hemiciclo de la Asamblea Nacional, acompañado de nadie, porque estoy en el corazón de todos los venezolanos: los del gobierno y los de la oposición. –¿Algo más General? –Por ahora no:!Ya esto es el colmo!