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La voz que corría por la Plaza, era que había llegado la mercancía, ya el establecimiento estaba abarrotado de gente; la mayoría eran hermanos wayuú, pero también, había gente de la Cañada de Urdaneta y de La Concepción. En el frente, en la esquina que está detrás de la iglesia Santa Bárbara, estaba estacionada una camioneta panel, sospechosa de transportar la mercancía que es llevada quizás a qué destino.
Pero mi molestia no era por la cola, sino que había sido atracado unas horas antes por un tipo flaco y una mirada de cuervo; me llegó de frente con un bulto debajo de la franela verde, parecía un revólver o una pistola; me entrompó y me dijo: “dame el teléfono maldito”, yo vi el bulto que se pronunciaba debajo de la franela y me ca…., di un paso atrás y el flaco puso los ojos chiquitos, llenos de odio y volvió a encararme: “dame el teléfono, maldito, hijo de p….” La gente miraba y yo terminé dándole el teléfono; el flaco salió corriendo y en la huida apenas pude ver cuando sacó debajo de la franela un plátano verde que lanzó al piso mientras huía como un campeón de cien metros planos.No me he recuperado de la humillación. Coño, pero la verdad es que lo peor que le puede pasar a uno es ser atracado con un plátano, ¡qué vaina!.
Cuando al fin pude entrar al establecimiento, cogí una cesta y metí cuatro paquetes de papel sanitario Suave y cuatro paquetes de papel sanitario Maracay para la visita, cuatro champús marca Dove, que es el que se consigue, cuatro paquetes de crema dental “Colgate”, cuatro afeitadoras marca “Draco”, cuatro cajitas de hisopo, cuatro de banditas, cuatro jabones “Camay”, cuatro suavizantes y cuatro Mr. Músculo.
Con ese mollejero de productos, llegué a la caja que era atendida por una mujer gruesa, y me espeta de la siguiente manera: mira, anda vaciando las dos cestas esas, porque de algunos solo podéis llevar uno y de otros dos” . Inspirándome en Vanesa Sénior la miré y le dije, me llevo los cuatro de todo, qué vaina es. Luego empezó un pleito durísimo hasta que la gorda, empezó a jalarme los paquetes de papel de un lado y yo del otro, entonces intervino la PNB, la GNB y la milicia popular revolucionaria.
Los afectos del chavismo empezaron a gritarme y diciéndome egoísta, escuálido, oligarca y burgués, como si yo tuviera la culpa. ¿Yo egoísta?, la culpa no es mía, la culpa es de las jodidas políticas públicas que han liquidado la producción de todo en el país. Al fin no pude llevarme nada, me soltaron en la Plazoleta de la Basílica, cogí un carrito de 18 de Octubre y me monté en el puesto de atrás, en el puesto delante, justo al lado del chofer, iba el flaco del plátano verde, pero esa es otra historia que no quiero contar.