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Cuando los voceros del Gobierno argumentan que no hay tiempo para realizar el revocatorio este año, no toman en cuenta a las que en verdad no tienen tiempo, que son las madres venezolanas que por hambre se encuentran sometidas a la humillación de buscar en la basura algo de comer para ellas y sus hijos. Tampoco lo tienen todos los ciudadanos y sus respectivas familias que han tenido que autodeclararse en toque de queda a partir de las 6.00 de la tarde y encerrarse tras las rejas en sus casas, para tratar así de protegerse de la inseguridad, sin saber si los delincuentes llegarán vestidos de civil o con uniformes de policías o de militares.
Tampoco tienen tiempo para esperar aquellos que han sufrido el dolor de ver morir a un familiar porque no le consiguieron la medicina y soportan la terrible incertidumbre de saber que otros pueden seguir muriendo por la misma causa, mientras ven cadenas de televisión llenas de mentiras y falsas promesas ya incumplidas. Están en total desacuerdo con esperar más tiempo las madres, las hijas, las hermanas, las novias y todos los que han llorado en los aeropuertos la ida del país de algún familiar, o la familia entera, porque su patria no les ofrece oportunidad para superarse y a muchos ni siquiera la oportunidad de sobrevivir.
Es muy difícil que quieran esperar más tiempo quienes se sacrifican y trabajan para mantener a sus familias, y cuando cobran sus sueldos se dan cuenta de que con esos bolívares no les alcanza ni para comprarles la comida, y mucho menos para vestirlos y obtener las medicinas que necesitan. Con qué esperanza esperan, si quienes le quitaron tres ceros a la moneda la han seguido destruyendo, y hoy la tragedia que sufren los que trabajan es que cobran en bolívares y los precios de lo que necesitan están dolarizados porque también han destruido la producción nacional.
Es muy difícil querer esperar cuando no llega el agua, comprueban que después de llover tanto en el Guri siguen racionando la electricidad y todavía en muchas partes de Venezuela se va la luz todos los días. No tienen más tiempo para esperar quienes creyendo en la libertad de pensamiento observan con dolor cómo dirigentes políticos valiosos están en la cárcel por opinar y concientizar al pueblo sobre las políticas públicas que han deteriorado su calidad de vida.