
Perros,
Sus patitas no paran de moverse como escapando del calor y una pequeña sombra debajo de un toldo le sirve de “hogar”. No se le nota feliz y tanto su pelaje como su mirada demuestran que en su vida solo pasó necesidad. Así es Catire, un peludo que no tiene hogar, le sobra el hambre, sarna y miedo en cada paso que da.
Desde temprano recorre la ciudad en busca de algún bondadoso un pedazo de pan o arepa que le pueda dar. Tiene mucha sed y en reiteradas ocasiones lo intentaron envenenar, solo que por golpes del destino ninguno lo pudo lograr. Su vida transcurre entre las mayores de las miserias, estrés y sufrimiento que se pueda imaginar.
Según distintas ONG, los animales en situación de calle son víctimas de severos maltratos y abandono en el que sufren traumas físicos y psicológicos. Al menos 48 animales llegan, mensualmente, al único refugio que tiene Maracaibo para estos casos.
Una oportunidad
Una calle arenosa conduce a un lugar donde se mueven muchas colas, reina el amor y el sacrificio mientras se escuchan ladridos y maullidos. Un mural que reza “adopta una mascota y salva dos vidas, la del animal que te llevas y la del que entra al refugio en su lugar”, da la bienvenida a la Asociación por la Defensa y Protección de Animales (Asodepa). Un pendón que reza, “salvar a un perro no va a cambiar el mundo. Pero seguramente cambiará para siempre el mundo de ese perro”, termina de matizar el entorno.
María Crespo, es colaboradora de la asociación y asegura que desde hace tiempo presta su ayuda porque le sale desde el corazón. “Da satisfacción ayudar, porque los animalitos son como un hijo, pero de cuatro patas. A las personas les gusta colaborar, aunque aún nos falta mucho. Las instituciones hacen poco a nada para dar una mano y solo conozco este refugio en la ciudad. Muchas personas hacen grandes labores por su cuenta, esos son casos aislados. Necesitamos mucha colaboración y se nos hace difícil el tema de la alimentación y las vacunas”.
Mientras que María conversa, Zoti, una perrita con más de 10 años en el lugar va y viene. Su pelaje demuestra lo duro que es su vida. Otros con tres “patitas” y un solo ojo esperan una familia que un hogar les pueda dar.
Doris Rubio, presidenta de la asociación, expresó que llevan más de 15 años de labor. “En estos momentos tenemos unos 160 perros y similar número de gatos al igual que seis burritos. Es impresionante la cantidad de animales que rondan por las calles en total abandono. Los gatos necesitan ocho kilos de alimento concentrado a diario y los perros más de 70 kilogramos, mientras que los burritos tres pacas de heno a diario”.
Con las uñas
Autogestión. Una palabra que Rubio resalta en el manejo del lugar. Las consultas y cirugías a bajos costos son el grueso del sustento económico que permite a los peludos tener un hogar. “No estamos vendiendo las vacunas al público porque no se consiguen. Necesitamos 120 vacunas más tardar para después de Semana Santa porque necesitan ser vacunados y no tenemos recursos para comprarlas. Nos donan algunos insumos, pero hay otros que necesitamos con urgencia como alcohol, matagusanos y fumigar”.
La directiva considera que las personas que aportan un granito de arena, sienten una gran satisfacción y felicidad por hacer el bien, aunque no descarta que existan momentos de muchos estrés producto de la incertidumbre que causa el pensar que falle la comida o alguno de los insumos. “Existen muchas personas que esterilizan y hacen el esfuerzo. En la calle hay muchos perritos desnutridos, en un pésimo estado de salud, con sarna, miedosos o atropellados”.
Paola Arandia, una joven que adopto un cachorro, explicó que decidió hacerlo porque no es justo que se compren animales. “Prefiero adoptarlos porque ofrecen el mismo amor que cualquier otro. Son uno más de la familia y este tipo de iniciativas y personas te impulsa a comenzar a ayudar”.
Los representantes de Asodepa, la población en el refugio con respecto al año anterior disminuyó gracias a las adopciones. Una jornada que se realice fuera de allí, permite que se adopten más de 25 caninos y felinos, mientras que en el refugio se adoptan más de cinco a la semana, mientras que semanalmente ingresan al lugar más de 10.
Aunque la asociación benéfica hace su mayor esfuerzo hay casos que se les va. Catire es testigo de eso. Él deambula por la avenida Bella Vista, donde recibe malos tratos, pero aún espera por una mano amiga que le de un hogar, antes de terminar arrollado o muerto por alguna enfermedad.