Falta de gasolina y “bachaqueo” hilan colas en estaciones

Quienes ven y oyen cómo se transa la venta ilegal de gasolina saben de las señas y “trucos” que tienen los trabajadores, militares y “bachaqueros” en las gasolineras de Maracaibo

Los conductores aseguran que bajaron las horas de espera a minutos para cargar combustible. Están entre 20 a 30 en formación, viendo como cierran y abren islas a camiones y camionetas que surten fuera de la cola en estaciones de servicios de la ciudad.

Lo que suponía un control con la presencia militar levanta sospechas de complicidad. “Están libres para los ‘bachaqueros’”, acusa José Montiel, taxista, al cuestionar la “militarización” y la manipulación en las operaciones de las islas de surtido con precios superiores al decreto presidencial de un bolívar para 91 octanos y seis bolívares para 95 octanos. 

Quienes ven y oyen cómo se transa la venta ilegal de gasolina saben de las señas y “trucos” que tienen los trabajadores, militares y “bachaqueros”. José Cárdenas, chofer de por puesto, señala cómo actúan. “Tienen las islas cerradas y no dejan pasar a nadie y de pronto meten un vehículo”, suelta en la cola en la gasolinera Nigale, señalando a la de El Carmen. 

La presencia a diario de colas en estaciones de Delicias, San Jacinto, Bella Vista, Haticos, Circunvalación 1 y norte de la ciudad suena a “escasez, que no hay suficiente gasolina”, considera Hugo Batista, conductor, desde la Buenos Aires de Bella Vista, en donde “tanquear” es “perder mediodía de trabajo” en la ruta Lago Mall – Galarías. 

Critica la acumulación de “varias” semanas difíciles para cargar gasolina. “De estar esperando para lograr tener el tanque lleno y poder trabajar”. Reconoce que a diferencia de octubre, “ahora es un poco más rápido”.   

En la isla siguiente a punto de surtir está Alberto Barrios, comerciante, quien reclama que Venezuela se convierte en el país de colas y obstáculos para prestar servicio. Y es que recuerda la limitación en el cupo de venta de litros de gasolina mediante la tarjeta de abastecimiento, “el chip”. En su camioneta de nivel de carga de 90 litros, “sólo permitieron 43 litros” restringiendo el uso a días específicos.

Alexander Contreras, conductor, siente pérdidas de horas valiosas de trabajo, de ser útil para lograr las tareas trazadas en la mañana. Desde la Doble RR, lamenta la permanencia “del bachaqueo” con la gasolina más barata.  La de 91 octanos, la rentable para el negocio ilegal en la frontera colombiana. 

Resignado y más calmado está Jonny Padrón, trabajador universitario, desde la D´Empaire. No sabe ni ahonda criterios de las razones de las colas. Se consigue con la formación y espera su turno confiado en la lectura del sistema automatizado de la plataforma del surtido.

 

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