A todos estos comunistas verdugos les fue de lo mejor, pero en cambio, los derechistas Marcos Pérez Jiménez, Pinochet, Fujimori y los generales argentinos que mataron en defensa propia a unos cuantos guerrilleros asesinos les cayó todo el peso de la ley y fueron a prisión
Los mayores genocidas de la historia moderna (por razones ideológicas) han sido comunistas. En primer lugar figura Mao, culpable de la muerte de 78 millones. Empezó con la reforma agraria que provocó la hambruna más pavorosa de la humanidad y después con su Revolución Cultural cuya finalidad era acabar con todo vestigio de cultura, religión o familia y crear el nuevo hombre socialista (como ocurre en Venezuela). Murió tranquilito.
Le sigue el sádico de Stalin, el de la “Constitución más democrática del mundo”, con 23 milloncitos. También murió feliz. Ni hablar de Pol Pot de Camboya, quien sacó a toda la población de las ciudades y las llevó al campo, donde los que habían recibido educación fueron asesinados y el resto convertidos en “esclavos del Estado”. Sólo mató a dos millones porque la población total era de siete. Murió en la selva, dicen que plácidamente.
Por estos lares, tenemos los asesinos exhibicionistas de Fidel, Raúl y el Che ejecutando opositores frente a las ñatas de todo el mundo con gran algarabía, cámaras, ruedas de prensa y todo. Todavía en 1964 y en plena ONU, el Che exclamaba jactanciosamente: “fusilamos, fusilaremos y seguiremos fusilando”. Nadie hizo nada.
Cuando el paredón ya no le divertía se fue a Bolivia a matar, donde le dieron su “estate quieto. La imagen de este icono del comunismo ha vendido más camisetas que ideas y ha hecho multimillonarios a los capitalistas que las comercian.
Por su parte, el anticristo de Fidel, antes de irse a la quinta paila fue visitado por el Papa en tres ocasiones, ¡Santo cielo! Aunque si a eso vamos, Yasser Arafat, creador del terrorismo mundial, ganó el premio Nobel de la paz. Bueno, nosotros también poseemos rarezas. Nuestro dictador golpista, causante de esta tragedia es venerado en un mausoleo sagrado, al tiempo que somos el único país en el mundo con un dictador vivo sin partida de nacimiento y otro muerto sin acta de defunción.
Lo cierto es que a todos estos comunistas verdugos les fue de lo mejor, pero en cambio, los derechistas Marcos Pérez Jiménez, Pinochet, Fujimori y los generales argentinos que mataron en defensa propia a unos cuantos guerrilleros asesinos les cayó todo el peso de la ley y fueron a prisión. Que oiga quien tiene oídos…
 
	