sábado, diciembre 14, 2024
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A cada gobernante le sale su San Juan

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Gobierno y oposición, corresponden más a favor de la integridad e imparcialidad política, que es lo que con necesidad vital requiere la nación, para proteger a la familia venezolana

Si el Gobierno no aprovecha el diálogo en favor del país, destrozará todas las posibilidades y esperanzas que espera la población venezolana de este evento político en desarrollo, que será histórico por su relevancia. Igualmente, la magnitud de la misma crisis empuja a toda la población a hacerse partícipe, permanecer alerta y analizar las consecuencias de este importante acontecimiento. En la misma dimensión, el diálogo exige a oficialistas y oponentes, capacidad de sindéresis y claridad en las metas. Pues, como razonadores y partes involucradas, tienen responsabilidades ineludibles y están obligados a deponer todo acto de soberbia, pues nadie puede aparecer, como un inevitable dios atronador. Puesto que la situación los impele a colocar lo mejor de su voluntad y supremo bien, pues la carga cultural y avance de la más elevada civilización universal, así lo demanda. 

Es hora de que las partes involucradas en el diálogo dejen de pensar que sus tiendas son imprescindibles y están por encima de las prioridades del país. Pues ya no se trata de evadir responsabilidades ni hacer repartos de culpas ni de asegurar aspiraciones de políticas sesgadas. Deberíamos comprender que tratamos sobre el supremo valor de la patria en nosotros mismos. Que con ella está la salvación de la humanidad que comparte su suelo. Es justo que con claridad meridiana, Gobierno y oposición, corresponden más a favor de la integridad e imparcialidad política, que es lo que con necesidad vital requiere la nación, para proteger a la familia venezolana. El mango de la sartén la tiene el Gobierno, la esperanza deambula con el hambre y las limitaciones que padece el pueblo. Los gobiernos exitosos no recurren a la demagogia ni usan la represión para mantenerse en el poder. 

Necesitamos una administración coherente con incentivos teóricos-prácticos, que en los hechos lleguen a la población con eficiencia y eficacia.  Los gobernantes siempre deberían desprenderse de lo que estas tienen de segregación, exclusión y de cercenadoras de libertades. Si lo hacen, abrirían horizontes y vías reales para alcanzar la verdadera realización de sus pueblos. Pues, los gobernantes han de recordar, que siempre les sale y los reconviene un San Juan, que está en las afueras del poder, tal como el profeta del desierto. Y solo se salvará aquel que no ose quitarle la cabeza y lo escuche, sin dejarse influenciar por aduladores ni por lo que está detrás de los velos.

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