Dos
Al comerciante Johan José Acevedo Ferrebús, de 29 años, lo asesinaron en la avenida 20 del barrio Día de la Raza, parroquia Cristo de Aranza. Dos delincuentes llegaron en un vehículo, estacionaron frente a su casa y se bajaron, a las 10.00 de la noche del pasado sábado. Luego entraron, y sin mediar palabras uno de ellos lo persiguió hasta el patio trasero donde le propinó ocho balazos dejándolo muerto en el sitio.
A las afueras de la morgue forense, Yoslen Eduardo Rosales Ferrebús, hermano del occiso, a pesar de la impotencia y el dolor que sentía decidió contar lo sucedido a los medios de comunicación. Era una noche como cualquier otra, los familiares de Johan y unos compañeros de trabajo estaban conversando en el porche de la casa cuando observaron el vehículo que se estacionó en el frente, al principio no le prestaron atención, quizás se trataba de algún vecino que decidió parquearse justo ahí.
Nunca imaginaron que de él descenderían dos hombres encapuchados, el pánico los invadió, no tenían salida. Uno de los delincuentes abrió la puerta principal, entró, los observó fijamente a cada uno de ellos, “como tratando de reconocer a alguien”; acto seguido les ordenó que se tiraran al suelo pidiéndoles además que no lo miraran a los ojos. Presuntamente el nerviosismo se apoderó del comerciante, hizo caso omiso a la petición, todos se acostaron en el piso menos él, quien salió corriendo despavorido hasta el fondo de la vivienda donde tenía un taller de electrodomésticos.
Mientras uno de los antisociales apuntaba a la familia de la víctima con una escopeta; el otro salió para perseguir a Acevedo. Llegaron hasta el patio, Johan no alcanzó la puerta del taller, las balas lo impactaron en la espalda, el cuello y la cabeza; cuando terminaron de perpetrar el crimen los delincuentes huyeron del lugar. Los allegados resaltaron que los antisociales no se llevaron nada de la vivienda.
La madre del occiso entró en estado de shock, todos habían escuchado las detonaciones, esperaban lo peor. Por desgracia tenían razón, en el suelo del patio yacía tendida la víctima, la sangre le brotaba por todo su cuerpo, la cara le quedó irreconocible; los gritos de sus hermanas alertaron a los vecinos del barrio, quienes se acercaron hasta la vivienda para saber lo que había sucedido.
Minutos después, la hermana del occiso llamó a la familia para informarles sobre el asesinato de Johan, el primero en llegar a la casa resultó ser Yoslen, no salía de su asombro. “Mi hermano era un hombre trabajador, no tenía problemas con nadie”, repetía constantemente. Los funcionarios de la Policía científica llegaron al barrio, acordonaron la zona e inmediatamente comenzaron a realizar las pesquisas; el cadáver de la víctima permaneció cinco horas en el suelo esperando que la furgoneta de la morgue llegara para levantarlo.