viernes, diciembre 13, 2024
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Advenimiento y renovación

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Son abundantes las bendiciones ante la espera de un suceso trascendental que cambiará nuestra forma de valorar  la vida,  nuestro modo de existir y de pensar

Es tiempo de adviento del cordero que por nuestra salvación  se ofrecerá en holocausto para la purga y perdón de nuestros errores. Es un reverente encuentro con los hombres y mujeres de buena voluntad que apuntalarán un cambio en la dirección y rumbos de sus destinos para provecho de ellos y de todos los que atiendan y perciban la necesidad de  darle un giro de timón a las vicisitudes no tan santas; para aplaudir el reencuentro con lo más misericordioso que el cielo nos puede ofrecer en catapultarnos en la honra de la bendición y enaltecer lo puro y sagrado, lo bello y bendito, en cascadas de alabanzas que nunca debieron  dejar de ser solícitas  al hacedor del universo.

Son abundantes las bendiciones ante la espera de un suceso trascendental que cambiará nuestra forma de valorar  la vida,  nuestro modo de existir y de pensar. Se aproxima el momento sublime por todos deseado para renovarnos. Y es que ha de nacer la esperanza nuevamente en los corazones de la gente, para fructificar en nuestras almas y enmendar derroteros por la gracia de la redención. 

Muchas son las expectativas para un nuevo comienzo, en las que están involucradas las mejores y mayores buenas intenciones; donde todas las clases sociales, jóvenes y adultos, niños y niñas, verán fortalecidos sus hálitos vitales por la presencia en la bóveda celeste de un elemento distinto y reconciliador; el regalo de la divinidad, la natividad del Señor, Nuestro Señor Jesucristo.

Los acontecimientos son causales, una súplica colectiva hará enternecer al niño que con pucheros solo espera que le roguemos y Él  por la gracia de su esencia y en comunión con Dios, nos mostrará prodigios “… si cierro los cielos para que no haya lluvia, o si mando la langosta a devorar la tierra, o si envío la pestilencia entre mi pueblo,  y se humilla mi pueblo sobre el cual es invocado mi nombre, y oran, buscan mi rostro y se vuelven de sus malos caminos, entonces yo oiré desde los cielos, perdonaré su pecado y sanaré su tierra. Ahora mis ojos estarán abiertos y mis oídos atentos a la oración que se haga en este lugar”. 2 Crónicas 7:14.

Estamos a la expectativa de una nueva criatura que llenará de bendiciones la tierra, el advenimiento del hijo del altísimo.  ¡Alabado sea nuestro Señor Jesús!

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