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Las aguas negras desbordadas en la urbanización Miraflores y sectores aledaños, en Cabimas, son el malestar de alrededor de 50 familias, las que desde hace más de 40 años están expuestas a la situación y el Ejecutivo local no ha emprendido proyectos para mejorar la calidad de vida de los afectados.
En toda la calle principal entre los huecos y las aguas desbordadas los vecinos resumen sus quejas. El malestar es de día y de noche. Mireya Jiménez, ama de casa, siempre tiene en el frente de su casa una laguna por la cantidad de aguas residuales. “Ningún organismo se preocupa por ayudarnos, nos acostamos y nos levantamos con el mismo olor”.
Las familias aseguran haber formulado las denuncias en la Alcaldía en reiteradas oportunidades, pero no toman acciones contundentes. Aseguran que solo achican cuando ya todo está muy colapsado.
La última vez que fue una cuadrilla a trabajar fue el año pasado, pero empeoró el escenario cuando las tapas de concreto del drenaje las partieron. Un vecino tiene como tarea cada mañana regar con creolina los alrededores para intentar minimizar los malos olores dentro de las casas.
La dama se quejó que los representantes del consejo comunal no trabajen por mejorar el problema del urbanismo. Mantener las puertas y ventanas de las viviendas no es la opción, el olor penetra al interior de la vivienda generándoles enfermedades respiratorias.