Algunas características propias del político ramplón 

Otra característica propia de los políticos ramplones es el uso exacerbado del patriotismo, como un eslogan político que hace referencia a su proyecto político personalista

El político ramplón es aquel cuya praxis de la política y discurso están caracterizadas por lo vulgar, lo chabacano y una profunda carestía intelectual en el manejo de conceptos referentes al debate político; en algunos casos para mayor desgracia de sus electores, edulcorado con un lenguaje soez, escatológico que solo buscan descalificar al adversario, sin propuestas políticas sustentables y sostenibles, que permitan demostrar el conocimiento que este tiene de los agudos problemas sociales, económicos y políticos que padece la sociedad que pretende gobernar. 

Ahora bien, una de las características más prominentes del político ramplón es la analogía aberrante o conveniente que este hace de tres conceptos fundamentales: Estado, Gobierno y nación, pero lo más grave aún, radica en la personificación que este hace de los tres términos, en el individuo que de manera circunstancial dirige el Gobierno; habrase visto semejante barbarismo, totalmente contrapuesto a la fundamentación teórica de los mismo, siendo el ¡Estado! la entidad política que preside los destinos colectivos de una sociedad a través de sus instituciones y el ordenamiento legal vigente. 

Es que cuando nos referimos a las instituciones, el ¡Gobierno! o el Ejecutivo nacional es una más de ellas, y está sometido al escrutinio político y legal por el resto de las instituciones del Estado y la sociedad que los elige; mientras que el concepto de ¡nación! hace referencia a la comunidad de personas que comparten un mismo territorio, etnia, historia y tradición, lo cual crea una conciencia de destino común. 

Lo antes descrito, sucede por otra característica que identifica al político ramplón, la cual es precisamente, el desconocimiento inconmensurable que tiene de la política como una ciencia que estudia el conjunto necesario de actividades, planes y proyectos destinados a mejorar la calidad de los ciudadanos, pero que al mismo tiempo estos sean sustentables desde el punto vista económico, político y social, y sostenibles en el corto mediano y largo plazo.    

Otra característica propia de los políticos ramplones es el uso exacerbado del patriotismo, como un eslogan político que hace referencia a su proyecto político personalista, indistintamente del gran cúmulo de fracasos políticos, económicos y sociales que este pudiese o estuviese originando; siendo ello totalmente contrapuesto al concepto de patriotismo, el cual se define como la cualidad de los ciudadanos de ser útiles a la patria como comunidad histórica a la que sus naturales se sienten vinculados; por lo que en todo caso, cabría hacerse la pregunta: ¿puede ser útil un líder político cuyo proyecto ha hundido en la miseria a la sociedad que gobierna?. 

Finalmente no podía concluir mi relato sin hacer referencia a la característica más prominente que define al político ramplón, como es el uso del populismo como doctrina política que supuestamente pretende defender los intereses y aspiraciones de la sociedad que errónea e hipócritamente se abrogan la exclusividad de representar, pero que tras bastidores se esconde la más despreciable demagogia que busca halagar de manera estridente las reivindicaciones populares con la finalidad de incrementar la propia popularidad en aras de alcanzar o mantenerse en el poder, para luego perpetuarse en él a cualquier precio y sin importarle el bienestar y progreso colectivo. En conclusión el político ramplón es aquel que utiliza la política como un medio más para servirse que para servir a otros. 

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