Deberíamos
¿Por qué en Venezuela, quienes hablan de mucho amor y dicen que ahora gobierna el pueblo, violan la Constitución, se dan ilegítimamente más derechos y terminan humillándolo? ¿Será porque la compleja y caótica situación de la crisis política, además del azote de la arbitrariedad, la usurpación, la recurrente violación de la Constitución, la corrupción y falta de sindéresis del Gobierno, presenta personajes de nefastas conductas y entes irregulares, extremamente repulsivos y peligrosos para el país y la paz?.
Un país penetrado por cuerpos invasivos y represivos de la inteligencia político-militar procedentes de gobiernos totalitarios, por la narcoguerrilla, por carteles de la droga, la delincuencia organizada, gobernado por una camarilla cómplice, revanchista, corrupta e incompetente, si no actúa en su defensa, no es ni será libre. Por ello deberíamos entender que la lucha del pueblo opositor venezolano por las libertades políticas, sociales y económicas es ético-democrática. Busca la reingeniería del poder para profundizar el equilibrio y la libertad de los Poderes Públicos; hacer reaparecer a la verdadera figura del contralor general de la República y la del defensor del Pueblo. Darle el verdadero valor, atención y protección social a la FANB como protectores y guardianes de los principios republicanos, de la seguridad ciudadana, de la soberanía territorial y del espíritu de la CN.
Así mismo, la lucha por la verdad, la libertad de expresión mantendrá abierta y sin restricciones la información de ministerios, instituciones y organismos del Estado, para que la población y los medios de comunicación social públicos y privados, revelen la realidad, empujen la reorientación hacia la eficacia, la eficiencia y la probidad de las funciones del Gobierno de turno, en el fortalecimiento y la formación del país. Pero todo esto pasa por una solución política, un entendimiento total y elecciones generales. La mal llamada revolución, perdió la oportunidad para desarrollar al país, no tiene credibilidad ni soluciones. Es una quimera que institucionaliza la violencia, la exclusión, la represión, el hambre y la muerte. Como resultado tiene a más del 90 % de la población rechazando sus políticas y a la fraudulenta, entreguista y ruso-cubanizadora ANC. El país se sigue resteando en la calle, y exigiendo a toda voz elecciones generales, cambio de timón y de timoneles.