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La Comisión Interamericana de Derechos Humanos (CIDH) afronta la peor crisis financiera de su historia en medio de críticas de algunos países de la Organización de Estados Americanos (OEA), de quien depende su supervivencia.
La CIDH, el último recurso de miles de personas en América para obtener justicia y protección, tendrá que despedir al 40 por ciento de su personal y suspender labores clave si no recibe antes del 15 de junio los alrededor de dos millones de dólares que le faltan este año para poder cumplir mínimamente con sus funciones.
La plana mayor de la CIDH y sus 78 trabajadores, en una movilización sin precedentes, pidieron esta semana a los 34 Estados miembros de la OEA que asuman su responsabilidad con la defensa de los derechos humanos y corrijan la anomalía de los últimos años, en los que el organismo ha sobrevivido gracias a fondos voluntarios de países europeos.
La Unión Europea y sus socios se han visto obligadas a cortar o reducir sus donaciones al sistema interamericano de derechos humanos para centrar sus recursos en una crisis que les es más próxima: la llegada de millones de refugiados que huyen de la guerra en Siria y de la violencia o la pobreza en otros países asiáticos y africanos.