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Llevar alimentos a bajos precios y subsidiados por el Estado desaparece en 2017. La misión Alimentación que exhibía tener “el plan bandera” para los pobres se transformó en tiempos de crisis económica y de importaciones de comida reducidas a 40 por ciento. Con la creación de los CLAP se hunde el proyecto líder revolucionario: Mercal.
El Mercado de Alimentos significó una red de infraestructura de más de 15 mil 743 establecimientos y centros de acopio en Venezuela en 2010, desde su creación en 2003. Logró una distribución, en ocho años, de 10 millones 63 mil 683 toneladas de productos, beneficiando a más de 10 millones de personas, según la última Memoria y Cuenta publicada por el Ministerio de Alimentación.
Enma Segovia, analista de alimentos y distribución, explica que el surgimiento de los CLAP pretende sustituir a Mercal “con tres elementos” diferentes y preocupantes porque significa “menos cantidad de alimentos”, frecuencia de abasto para las familias de “una vez por mes”, en el mejor de los casos, y una “bolsa que no cumple con los requerimientos nutricionales”.
Los Comités Locales de Abastecimiento y Producción “fracasaron” también al suplantar cadenas locales de distribución privadas. Las redes de ventas informales proliferan en la ciudad, arropadas por la especulación que se ideó frenar con el funcionamiento de los CLAP.
Segovia lamenta que no exista control en el “bachaquero”. Ventas ilegales que se surten de la compra de productos en supermercados para luego revenderlos mil veces por encima de su precio de venta.
Advierte que el desabastecimiento y altos precios auguran freno a cualquier iniciativa de mecanismos de control. La política de los CLAP tiene un alcance reducido. Minimizado a un grupo de la población, que ocasiona fricción con el resto de la sociedad.
Recomienda un cambio en la política alimentaria y agrícola. Darle espacio a la producción nacional y establecer líneas de dirección con las bodegas que son los centros de abastos que llegan a las comunidades.