Diosdado
Esa conocida frase del despotismo ilustrado de la mitad del siglo XVIII, que se caracterizaba por un supuesto paternalismo y proteccionismo al pueblo, pero en realidad era un sistema absolutista voraz que lo que generaba era desigualdad social y pobreza. Ese concepto le encaja a la perfección a esta dictadura que con un Estado paternalista le promete a la gente todo lo que necesita para vivir, al tiempo que los obliga a llevar un estilo de vida pusilánime, en donde no hay oportunidades de crecimiento ni lugar para la iniciativa personal.
Pareciera que el socialismo del siglo XXI provoca una ceguera ideológica que impide pensar. De otra manera no se explica como un gobierno que pregona ser “del pueblo para el pueblo” hace todos los esfuerzos para que se pierdan 400 mil empleos sólo en el primer semestre del año 2016, 60 por ciento de los cuales corresponde al sector comercio y el restante a industrias y empresas.
Esa es la consecuencia del cierre de 58 mil firmas el año pasado al tiempo que el comercio formal está agonizando y el informal abarca la mitad de la población. Todavía así, el dictador exclama con orgullo: ¡Empresa parada empresa tomada! ¿Y qué harán con las cientos de firmas que fueron expropiadas y que ahora están paradas? Será retomarlas de nuevo y volverlas a quebrar.
Hace pocos días el metro de Caracas expulsó a 12 trabajadores y PDVSA a dos mil, todos bajo contrato y se hizo por razones políticas. Diosdado declara públicamente que el Ejecutivo debe despedir a los opositores con cargos en los Ministerios. Hagan lo propio en gobernaciones y alcaldías, ordena. Al mismo tiempo se propone suspender por tres meses a los beneficiarios de los CLAP que critiquen al Gobierno y despedir a los firmantes, y todo esto es respaldado por el presidente de la Central Bolivariana de Trabajadores Socialistas.
Cada vez que se decreta un aumento, éste se traslada al producto final lo cual trae inflación, al tiempo que el pasivo laboral hace que las empresas despidan a su personal. Sin embargo, desde otro punto de vista y considerando que el propósito original era destruirlo todo, se puede concluir que la revolución chavista ha sido un éxito fulminante. Que oiga quien tiene oídos…