Nuestro
El verdadero capitalismo salvaje lo están protagonizando en Venezuela, el régimen dictatorial y los bachaqueros. Entre los dos han transformado a la población en unos completos parias del hambre. Y la desnutrición no se debe únicamente a los crónicos períodos de subalimentación por la falta de nutrientes, también al incumplimiento de las normas en la elaboración de los productos en la alimentación del venezolano.
Por estos días y mientras hacíamos la fila para cancelar unos alimentos, me acerqué a ver un nuevo producto, era una marca extranjera. La información nutricional indicaba que contenía casi en su totalidad componentes artificiales para darle a la bebida un sabor achocolatado.
Mi esposa buscó otro producto de marca reconocida y enseguida verificamos su composición. Su base esencial indicaba que contenía en un 85 % materia prima natural. -Te fijas, me dijo mi esposa, por eso es que este producto es más barato. Sus componentes son de segunda categoría y lo que hacen es inflarle la barriga a las personas.
Pero si esto ocurre con los alimentos, qué se puede esperar de las medicinas. El contrabando de medicinas es un negocio mucho más lucrativo. Las mafias se encuentran generalmente en países en vías de industrialización, como la India, y son adquiridas por los interesados sin pasar ningún control sanitario.
Igual ocurre con la industria de los repuestos para vehículos. Acá es China el país que ha clasificado esta industria. Después están los repuestos de clasificación B, o intermedios, que van dirigidos al mercado de países en vías de industrialización, y finalmente está la clasificación C, que contiene materia prima de producción de desecho o de muy baja o ninguna calidad.
Como se puede observar, nuestro país desde hace años es considerado como nación, no de segunda, sino de tercera categoría, y por tanto, a su sociedad se le provee de mercancía y productos de desecho, residuos industriales que no pueden ser comercializados ni en países en vías de industrialización, ni mucho menos, en los países altamente desarrollados.
Por eso, la desnutrición no es tanto de pasar hambre. También tiene que ver con lo que usted lleva puesto, desde pantaletas, interiores y sostenes, hasta andar por la calle perfumadito y creyéndose superior a los demás por poseer un Aifon de última generación, sin saber que es un clon fabricado en el sótano de un tugurio en medio de un sembradío de arroz.