Crisis venezolana y contexto mundial

Somos el país en el mundo con mayor estanflación. El deterioro de la economía es de tal magnitud, que, aunque parezca increíble, solo Nicaragua, Haití y Honduras tienen un PIB per cápita menor que Venezuela en América Latina. El de Venezuela se sitúa a los niveles registrados en 1947

La crisis de Venezuela es de tal magnitud, que no solo rebasa lo acontecido en América Latina, sino que presenta indicadores que tienen importancia mundial. Como lo ponen de manifiesto las cifras provenientes del FMI y del Banco Mundial, Venezuela presenta la mayor inflación del mundo desde 2013, con tendencia a profundizarse más. Las cifras de los organismos mencionados ponen de relieve, que Venezuela experimenta una de las dos mayores contracciones económicas del mundo registradas durante los últimos cuatro años. 

El PIB de Venezuela hoy, en términos reales, es menos del 50 por ciento de lo que era hace cinco años, después de seis años de decrecimiento creciente. Somos el país en el mundo con mayor estanflación. El deterioro de la economía es de tal magnitud, que, aunque parezca increíble, solo Nicaragua, Haití y Honduras tienen un PIB per cápita menor que Venezuela en América Latina. El de Venezuela se sitúa a los niveles registrados en 1947. No puede sorprender a nadie entonces, que por tercer año consecutivo nuestro país lidere el índice mundial de miseria entre 60 países estudiados por el Instituto Cato de la Johns Hopkins University. 

Venezuela ocupa el puesto 188 entre los 190 países evaluados por el Banco Mundial en el índice Doing Bussines y el puesto 179 entre los 180 países evaluados por Heritage Foundation en relación con el índice de Libertad Económica. Y por si esto fuera poco, somos el doceavo país más corrupto del mundo, de acuerdo con el índice de percepción de la corrupción, estudiado por la Institución Transparencia Internacional. 

Adicionalmente, Venezuela es el segundo país del mundo desde 2016, en la tasa de homicidios por cada 100 mil habitantes, superado solo por Honduras. Y según el Consejo Noruego de Refugiados (2018), ocupamos la novena posición entre las crisis humanitarias más desatendidas del mundo. Y a todo esto, hemos llegado a pesar de haber tenido la mayor bonanza petrolera de nuestra historia en el período 2004-2012. Los recursos cuantiosos recibidos, ni se ahorraron, ni se invirtieron para superar estructuralmente la pobreza. Gracias al modelo político totalitario del Socialismo del siglo XXI, que acabó con la democracia y el Estado de derecho, imperó la ineficiencia, el gasto excesivo, el sobre endeudamiento, la corrupción y el aumento ficticio del consumo a través de bienes importados, mientras el aparato productivo, se destruía comenzando por la industria petrolera. ¿Tiene sentido entonces mantener en el poder a quienes promovieron un modelo político totalitario, que ha destruido en 20 años a uno de los países con mayores posibilidades de desarrollo de América Latina? Evidentemente que no. En consecuencia, hay que iniciar el proceso de rescate, recuperación y transformación política, económica y social de un país que no merece presentar al mundo, tales índices de deterioro en todos los ámbitos. 

 

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