Nos han puesto a comprar el diario como era en épocas pretéritas, donde no existían supermercados, sino las viejas chozas o pulperías. La gente no puede abastecerse de alimentos perecederos como carnes de res, pescados, pollos, charcutería, quesos y vegetales en cantidades porque los pierden
Venezuela toda está en estado calamitoso, pero si hay un estado del país que haya sido más castigado durante la gestión de este desgobierno que se hace llamar revolucionario, es precisamente el estado Zulia.
Si para Guzmán Blanco, déspota y corrupto que parece haber reencarnado en el engendro infernal de Sabaneta de Barinas y en su hijo putativo, los zulianos no éramos más que una rada de pescadores, de allí que no merecíamos nada del Gobierno; para este bodrio revolucionario somos la nada.
Lamentablemente la Alta Comisionada para los Derechos Humanos de la ONU, Michelle Bachelet, dentro de su apretada agenda, no pudo contemplar una visita a nuestra región para que pudiera apreciar en su más exacta dimensión la grave crisis social y económica que azota a Venezuela, producto de estas dos décadas perdidas de revolución bolivariana.
El Zulia está paralizado y no exageramos al formular esta apreciación, porque sobran los ejemplos para demostrar esa inacción que hoy nos envuelve. La calles de las principales ciudades y pueblos permanecen parcialmente desiertas, a causa de la escasez de gasolina, que hace que buena parte del parque automotor que aún queda en pie, se encuentre en las descomunales colas en estaciones de servicio, donde los ciudadanos y transportistas públicos pasan varios días a la espera que les sea suministrado de manera racionada, el combustible que necesitan sus vehículos para seguir adelante.
En el Zulia no hay electricidad porque mantener a los pobladores, a las empresas y demás establecimientos comerciales, y hasta centros hospitalarios, sin el servicio eléctrico por espacio de 12 horas, como nos tienen desde recién comenzado el presente año, da casi que lo mismo que no tenerlo.
Nos han puesto a comprar el diario como era en épocas pretéritas, donde no existían supermercados, sino las viejas chozas o pulperías. La gente no puede abastecerse de alimentos perecederos como carnes de res, pescados, pollos, charcutería, quesos y vegetales en cantidades porque los pierden. Las carnicerías y empresas del ramo, limitan las existencias por las mismas razones que tienen los compradores para reducir sus compras. Pero tampoco hay agua potable en más del 75 por ciento de las ciudades y pueblos de la región zuliana, carencia que contribuye a esa situación de parálisis generalizada.
La banca pública y privada también se encuentra paralizada. Cuando no es el racionamiento criminal de 12 horas sin electricidad, es la caída del sistema, porque el peor servicio de Internet del mundo lo tiene Venezuela, que pone inoperativas a las instituciones financieras. Me contaba una amiga gerente de un banco público, que ya nadie llega a solicitar un préstamo para realizar o emprender negocios. Los bancos se ven atiborrados pero de clientes que se repiten todos los días en una incansable búsqueda de cuatro lochas negras, que es lo que el régimen permite que se les dé en medio del corralito que nos tiene encaramado a los venezolanos.
Y toda esta situación angustiosa, producto del abandono, por un lado, a que ha sido sometido el Zulia, y por el otro, la incapacidad de los gobernantes de cuello rojo, que parecen pasar su tiempo es pensando en las maneras de cómo robarse los dineros que son del pueblo venezolano, y no en tener un buen desempeño para beneplácito del pueblo