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Los primos Rafael Antonio Orozco Núñez y Elvin Enrique Núñez Ebrat descendieron de un Accent, azul, y caminaron por la calle 113 del barrio 23 de Enero, en Haticos por Arriba. Sacaron sus armas y apuntaron a una pareja que fumaba en el frente de su casa. Los obligaron a entrar y por 40 minutos amenazaron a los esposos, a un abuelo, a dos mujeres y a una niña, de siete años, con matarlos si no le entregaban los dólares y los celulares.
A empujones, llevaron a toda la familia a una de las habitaciones y los encerraron. A uno de los muchachos lo maniataron con un gancho de ropa. Mientras hurgaban las gavetas de los cuartos, le exigían dólares y los teléfonos celulares, recordó aún nerviosa una de las víctimas.
Los malhechores pensaron que el robo saldría tal lo planeado, pero no se percataron que cuando sometieron a una de las jóvenes, esta hablaba por Skype con el novio y se escuchó: «Cerrá esa verga y camina», le gritó uno de los atracadores.
La pareja de la muchacha notó que algo raro ocurría y llamó a un amigo taxista, para que diera una vuelta por la casa, explicó María Segovia.
Antes de llegar a la residencia, el taxista le avisó a la Policía regional. El conductor llegó primero y notó que todo estaba solo. Se asomó por una ventanilla y vio cómo empujaban a uno de los muchachos hasta otra habitación.
La comisión de la Policía encontró al taxista husmeando en la puerta y lo alejó. Unos oficiales se montaron en el techo y otros aguardaban en la puerta principal. El par de ladrones al sentirse acorralados, les dispararon desde dos habitaciones.
En el intercambio de balas, un proyectil atravesó a uno de ellos y cayó en una cama matrimonial. Mientras agonizaba, repetía: «Perdónenme, yo no quería hacer esto, yo sé que me van a matar, llamen a mi mamá», recordaron los sobrevivientes.
En el otro extremo de la vivienda, el compinche se enfrentaba a los policías que estaban en la puerta, pero no logró huir. También resultó herido, recordaba la familia.
Los uniformados los montaron en una patrulla y los trasladaron hasta el Hospital General del Sur, pero murieron en el camino.
Ayer en la mañana en la casa solo quedaban ventanillas rotas por las balas que atravesaron los vidrios, habitaciones desordenadas, sangre en el piso y una gorra de los delincuentes. La familia aún tiembla al recordar el episodio, los tiros y las amenazas de los atracadores.
Repetitivo
Los funcionarios Engles Alexánder Machiz Kowlessar (25), oficial adscrito a la Brigada Motorizada de Caracas, y Gilberto José Colina Montilla (30), adscrito al servicio policial comunal Maracaibo, acompañados por Miguel Ángel Miranda Petit, ingresaron el miércoles a la casa 57-85, en la calle 94 del barrio Buena Vista. Sometieron con sus armas de reglamento y amordazaron a una pareja de ancianos para robarlos. Luego la Policía regional los liquidó.