Cuando
Cuando se está al otro lado de la acera en la lucha política, es decir se es oposición, no se debe cometer el error de confrontar regímenes de corte totalitario y absolutista, con vínculos a grupos del narcotráfico y terrorismo internacional, enfocando al mismo como si fuera un adversario político convencional, aplicando estrategias características de una contienda política y electoral por el manejo del poder del estado.
Porque indistintamente de los resultados electorales que se obtengan, a menos que se logre alcanzar la máxima jefatura de la república, si estos son favorables, la capacidad de acción en el ejercicio del poder público quedara prácticamente bloqueada por el control institucional absolutista que ejerce el dictador; y cuando estos resultan desfavorables el abuso del poder crecerá en grados superlativos para acelerar la liquidación política de su adversario.
Ello obedece precisamente al patrón de comportamiento delincuencial de un sujeto o colectivo que desprovisto de toda racionalidad, tienen una conducta primitiva de irrespeto y transgresión de la ley, como único argumento para imponer su malsana voluntad, debido a su carestía dialéctica para el debate constructivo de ideas progresistas, producto de su pobre formación intelectual y espiritual, así como la falta de valores morales, que se evidencia en su retorico, anacrónico, inútil y trillado discurso de lucha de clases; para justificar la aplicación de las más atroces medidas gubernamentales que entrañan la abdicación o liquidación de cualquier factor de contrapoder político, gremial, sindical, industrial, empresarial entre otros.
Ahora bien, pretender que la crisis institucional, democrática, económica y social tiene una solución política mediante mecanismos de negociación convencionales es otro error aun mayor; porque quien tiene la cultura de irrespeto y transgresión de la ley, mucho menos tendrá la integridad moral para respetar los acuerdos que pudieran surgir como salida a la crisis en los espacios de negociación. Pero al mismo tiempo creer que este tipo de regímenes representan una dictadura de carácter convencional es otro craso error. La crisis multifactorial que estos producen, es manejada desde el gobierno por agentes nacionales y extranjeros, con vinculaciones a grupos de poder en el exterior antes señalados.
Razón por la cual el apoyo internacional de los organismos multilaterales para la eliminación de las fuentes de financiamiento oscuras de la elite gobernante y sus acólitos, congelamiento en paraísos fiscales de sus fortunas mal habidas, la denegación absoluta de acceso a los mercados financieros internacionales, el congelamiento bajo investigación de los instrumentos de su deuda externa, limitar sus importaciones de bienes santuarios, la suspensión de relaciones diplomáticas y visado para la elite gobernante, la prohibición de ventas de armas y municiones, así como de material represivo de orden público, resultan una acción fundamental, para crear las condiciones de salida del régimen.