La situación de nuestras universidades no puede ser más alarmante, con un futuro muy incierto tendente a la desaparición o al servilismo político oficial, a pesar del cierre técnico al que han sido sometidas por las insuficiencias presupuestarias
Entre tantas cosas que esta desgracia revolucionaria con 19 años en el poder ha prometido masificar y las ha terminado extinguiendo es la educación universitaria; porque la realidad de nuestras casas de estudio ya sean pública o privadas no puede ser más deprimente y preocupante; ni hablar del futuro el cual ya de plano está condenado al subdesarrollo por la diáspora masiva migratoria de las mentes más brillantes de profesionales en todas las áreas, bien sea recién graduados o con connotada experiencia profesional.
Lo cierto es que la situación de nuestras universidades no puede ser más alarmante, con un futuro muy incierto tendente a la desaparición o al servilismo político oficial, a pesar del cierre técnico al que han sido sometidas por las insuficiencias presupuestarias, para como todo, colocarlas al servicio del tirano y su mafia política.
Es que los venezolanos en estos últimos19 años hemos sido testigos primero, por el gendarme de Sabaneta de Barinas, y luego por el chofer cucuteño con licencia de quinta, de cualquier clase de invento e improvisación en la implementación de programas, misiones y creación de universidades entre otros, sin mayor planificación, con un corte político-populista de masificación de la educación universitaria que lejos de buscar la calidad educativa, tras bastidores se esconde otro mecanismo malévolo de control social del ciudadano, en este caso del joven estudiante universitario.
Pero la crisis económica generada por su premeditado y maquiavélico modelo económico de planificación central está llevando a la extinción de nuestras casas de estudio de educación superior, bien sean privadas o públicas, autónomas o experimentales, ello debido a la abismal deserción estudiantil en los primeros semestres o períodos de estudio de las diferentes carreras universitarias por la insuficiencia de recursos económicos en el círculo familiar de los estudiantes para costear total o parcialmente sus estudios, la emigración galopante de los profesionales que se van graduando, y de profesores muy calificados, buscando mejores oportunidades de trabajo y condiciones de vida.
La ausencia de divisas para renovar su parque tecnológico y mantener su infraestructura; ni hablar para la adquisición de nuevos textos o material bibliográfico para la dotación de las bibliotecas, porque la mayor parte de las editoriales reconocidas se han marchado del país y el parque automotor de transporte estudiantil está en el suelo por la falta de recursos económicos y autopartes para su reparación o mantenimiento.